Hoy a medianoche se estrenará por el canal de cable AMC una nueva serie de artes marciales: “Into the Badlands”. Producida por Michael Shamberg y Stacey Sher –quienes trabajaron junto a Quentin Tarantino en sus películas “Pulp Fiction” y “Django Desencadenado”– la serie será la gran apuesta de la temporada del canal que supo dar lugar a series como “Mad Men”, “Breaking Bad” o “The Walking Dead”.
Ambientado en un mundo devastado por la guerra y controlado por poderosos barones feudales, “Into the Badlands” está basado libremente en una novela clásica china del siglo XVI, Viaje al Oeste, y cuenta la historia de un joven y un cruel guerrero que se embarcan en una travesía espiritual a través de tierras peligrosas.
A siglos en el futuro –tras cataclismos naturales y desastres causados por el hombre– emerge una nueva sociedad en la que los más fuertes y despiadados se adueñan del poder y la riqueza. Conocido como “Badlands”, este territorio está dividido entre siete barones rivales quienes controlan todos los recursos esenciales y se imponen con el respaldo de su leal armada de clippers.
Dispuestos a sacrificar lavida al servicio de los barones, estos guerreros gozan de condiciones y lujos con los que el grueso de la población no puede más que soñar. Muchos de ellos no llegan a los 30 años, pero Sunny (Daniel Wu) no es un clipper común. Habiendo demostrado una letal capacidad en las artes marciales, ascendió de rango hasta convertirse en líder de los clippers del poderoso barón Quinn (Marton Csokas) así como en su confiable consejero.
Uno de los personajes principales de la serie es el de Lydia, esposa abandonada por Quinn e interpretada por la actriz británica Orla Brady, actriz irlandesa que previamente participó en series como “Dr Who”, “Fringe” y “Mistresses”. Mail de por medio, Lydia habló con Estilo acerca de la nueva serie: “Badlands es un lugar brutal con poca compasión por los débiles. Sucede durante una época en el futuro en la cual la gente volvió a un sistema feudal donde casi no tiene acceso a la ley, para salir de esclavos tienen que tener usar la fuerza y la estrategia. Y tener mucha suerte”.
–¿Qué es lo que más te atrajo de tu personaje cuando lo leíste por primera vez?
–Me enamoré del hecho del hecho de que más allá de haber sido reemplazada por una esposa más joven, Lydia se niega a retirarse en silencio. Tiene un alta estima de sí misma y no siente ser menos sólo por haber sido abandonada por un hombre. Amé su espíritu.
–¿Y ahora, luego de haber grabado la primera temporada?
–Sigo amando su espíritu y el hecho de que está decidida a sobrevivir. Y nadie la va a engañar así como así. Por sobre todas las cosas, tanto cuando leí el guión por primera vez como ahora que ya lo filmamos, tenía muchas ganas de trabajar con este papel de una mujer que llega a un punto en su vida en el que se da cuenta de que había construido su vida sobre una serie de supuestos que terminaron siendo falsos. La vida que vivió durante tantos años se le está derramando de las manos, ¿y entonces qué hace? ¿Lo acepta o lo niega? Es una historia que me fascina.
–Trabajaste en cine, teatro y TV. ¿Dónde te sentís mejor?
–Siempre, siempre es el guión lo que me va a hacer sentir cómoda o no. De verdad no importa el medio en tanto haya un papel con el que sienta que pueda conectar, una historia que sienta que puedo comprender y contar.
–¿Por qué creés que hay tantas superproducciones últimamente en televisión?
–Ah, todos tenemos una teoría al respecto, ¿no? Personalmente creo que está claro que en la era de Marvel y Star Treck debe haber lugar para dramas más íntimos, adultos, esos que en otros tiempos aparecían bajo la forma de una novela. Y la tele en ese sentido dio un paso adelante para traernos algo más rico, un espacio donde los personajes se consuman a fuego lento y tengamos tiempo para conocerlos en profundidad.
–Por último, ¿estuviste alguna vez en Argentina?
–¡Estuve en Mendoza! Es un precioso lugar. Hace unos años me subí a un taxi en Santiago, Chile, y dije: “Argentina por favor”, algo que seguramente se puede seguir haciendo hoy en día. El taxista encendió un cigarrillo en silencio y arrancó camino a los Andes. ¡Qué bueno que uno pueda hacer eso! ¡Qué manera más embriagadora y llena de belleza de ir a Mendoza!
