Estados Unidos y la Unión Europea expresaron ayer su preocupación por la libertad de prensa en Turquía, después de que se allanara un importante diario de oposición, último caso de represión contra los medios en ese país.
La policía turca dispersó ayer en Estambul con gases lacrimógenos, cañones de agua y balas de goma a cerca de 500 manifestantes que estaban frente al periódico de oposición Zaman, intervenido el viernes por las fuerzas de seguridad. El periódico, crítico con el presidente islamoconservador Recep Tayyip Erdogan, fue intervenido, puesto bajo vigilancia y amenazado con censura. Los administradores designados por las autoridades para tomar el control del diario ya despidieron al redactor jefe, Abdulhamit Bilici, según varios medios.
“No es un proceso político sino jurídico. No quiero interferir en este proceso. Turquía es un Estado de derecho pero no haremos la vista gorda ante las maniobras de una estructura dentro del Estado que intenta utilizar la prensa”, dijo el primer ministro Ahmet Davutoglu.
Ayer, un importante dispositivo policial rodeaba la zona y los trabajadores del periódico tenían que identificarse para entrar en el edificio.
Zaman denunció en su número de ayer un “día de vergüenza” para la libertad de prensa en Turquía. “La Constitución está suspendida” titulaba en primera página en grandes letras blancas sobre fondo negro.
La Unión Europea urgió a Turquía, candidata a la adhesión al bloque, a “respetar y promover” la libertad de prensa. “Estamos sumamente preocupados por los últimos acontecimientos en torno al diario Zaman, que ponen en peligro los progresos que ha hecho Turquía en otros ámbitos”, dijo el comisario europeo de Ampliación de la UE, Johannes Hahn.
“Deploramos la última serie de acciones judiciales y policiales preocupantes tomadas por el gobierno turco contra los medios y quienes los critican”, dijo por su parte el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, John Kirby.
El grupo Zaman, también dueño de la agencia de prensa Cihan y del diario en inglés Today’s Zaman, es conocido por sus posiciones cercanas al imán Fethullah Gulen, enemigo número uno de Erdogan desde que estalló un escándalo de corrupción que salpicó a las altas esferas del Estado a finales de 2013.
Purgas
El presidente turco acusa a Gulen, de 74 años, de estar detrás de las acusaciones de corrupción que enfrentó hace dos años y de haber creado un “Estado paralelo” para derrocarlo. Los partidarios de Gulen niegan las acusaciones. Desde este escándalo, las autoridades turcas han multiplicado las purgas, especialmente dentro de la policía y la justicia, y realizado acciones judiciales contra los partidarios de Gulen y sus intereses financieros.
Tras el allanamiento, decenas de periodistas y asalariados de Zaman se congregaron frente a la sede general del diario en Estambul.
“La prensa libre no dejará que la callen, sobrevivirá incluso si debemos escribir sobre los muros. No pueden callar a los medios en esta era digital”, expresó el redactor jefe de Zaman, Abdulhamit Bilici.
El gobierno turco también prohibió la semana pasada la cadena de televisión prokurda IMC, acusada de difundir “propaganda terrorista” a favor de los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
La justicia turca puso además en octubre bajo tutela al grupo Koza-Ipek, también cercano al imán Gulen, dueño de dos diarios y dos canales de televisión que actualmente se encuentran cerrados.