Uno de los proyectos que el kirchnerismo logró imponer en el Congreso de la Nación en los últimos meses, mediante el tratamiento exprés que le otorga su circunstancial mayoría en las bancas, es el de la elección popular de los representantes argentinos al Parlamento del Mercosur, conocido como Parlasur.
Como a este congreso de países de la región accederán diputados electos a nivel nacional, convirtiendo al país en distrito único, como sucede con la elección presidencial, y también habrá elecciones en cada provincia, ya se comenta que de esa manera muchos gobernadores sin posibilidades de reelección o dirigentes del oficialismo con limitadas chances para anotarse en la contienda por cargos electivos nacionales encontrarían un lugar adecuado en las listas de postulantes a ese parlamento regional.
Para algunos observadores del quehacer nacional, se trataría de una nueva forma de implementación de las llamadas candidaturas testimoniales, porque no se sabrá si cuando el Parlasur entre en actividad a pleno, recién en el año 2020, estos mercolegisladores electos querrán acceder a esos cargos o habrán preferido intentar suerte en alguna otra elección nacional o provincial.
En efecto, el Parlamento del Mercosur es un organismo que funcionará a pleno dentro de cinco años, según lo que acordaron entre los países miembros por un pedido especial de Brasil y Uruguay.
Toda esta situación es la que llevó a gran parte de la dirigencia de la oposición nacional a sospechar que el apuro que tuvo el kirchnerismo por sancionar recientemente la ley para la elección directa de 43 legisladores argentinos para ese cuerpo parlamentario regional fue sólo parte de una nueva estrategia para beneficios políticos del poder de turno y cobijo de muchos de sus personajes.
También se vuelve a especular con la posibilidad de que la presidenta Cristina Kirchner aproveche esta elección internacional para poder ser parte de la campaña electoral que se aproxima, teniendo en cuenta que su mandato constitucional actual vence el 10 de diciembre, la Constitución Nacional no le permite competir nuevamente y hay una gran inquietud en el kirchnerismo por la continuidad de políticas implementadas en estos casi doce años, que los seguidores de Cristina pretenderán defender desde el Congreso a capa y espada si el voto popular los convierte en oposición a partir del 10 de diciembre de este año.
Y en ese marco, muchos oficialistas consideran que, pese a que la consideración general de su gobierno no es buena, su imagen personal sigue siendo bastante elevada y por ello sólo la Presidenta estaría en condiciones en el oficialismo de liderar una campaña difícil como la que se vislumbra.
El hecho de que el oficialismo duro no haya conseguido instalar una figura capaz de tomar el mando político luego de Cristina Kirchner, también ratifica las sospechas sobre esta posible estrategia.
Por otra parte, resulta más delicado aún que la reglamentación de la ley aprobada sobre la elección del Parlasur permita el beneficio de los fueros parlamentarios, que pondrían a cubierto de la Justicia eventualmente a la actual presidenta de la Nación y a otros actuales funcionarios del kirchnerismo que están siendo sometidos al acoso judicial por estar sospechados de tener vínculos con hechos de corrupción.
Sería lamentable que tantas especulaciones políticas y personales opacaran un año electoral crucial, como el que hemos iniciado los argentinos, en el que se requiere pensar en modelos de gestión que conduzcan al país por el camino del diálogo y la búsqueda de esenciales consensos.
