Algo que debería ser normal dentro de la democracia, se ha convertido en un verdadero caos. Hay denuncias cruzadas, silencios o respuestas altisonantes, pero la realidad marca que el traspaso del poder en algunas intendencias ha profundizado la preocupación en la ciudadanía. Lo que realmente sucede es que pareciera ser que algunos -no todos- no lograron entender que el cargo que ocupaban era por un determinado período y que la alternancia -o la continuidad- en el poder es una de las virtudes del sistema democrático.
Debemos partir de una base: no se trata de una regla general, sino que hay diferencias entre las variadas comunas. Así, por ejemplo, se da el caso de General Alvear, donde las informaciones indican que el actual intendente, del Frente para la Victoria, continúa desarrollando sus tareas en forma normal y que inclusive en algunas inauguraciones fue acompañado por el jefe comunal electo, que representa al radicalismo. No hubo allí denuncias sobre anomalías en los últimos días de gestión ni tampoco sobre designaciones de último momento en la planta de personal del municipio. Ése debería ser el ejemplo.
Un caso con algunos parecidos es lo que sucede en Las Heras, donde la ciudadanía determinó también un cambio en la conducción del departamento. Si bien a lo largo de la campaña hubo críticas sobre la gestión del jefe comunal ahora saliente, también es dable advertir que no han tomado estado público denuncias sobre la actividad desarrollada por el intendente.
Pero el caso de Guaymallén es emblemático. La gestión de quien se encuentra a cargo de la comuna, que en realidad era el presidente del Concejo Deliberante y ocupó la jefatura ante la renuncia del intendente, ya venía siendo cuestionada desde el seno de su propio partido. Durante su gestión se incrementó sustancialmente la planta de personal; hubo designaciones en cargos de dirección que superaban las necesidades de gestión mientras la obra pública se presentaba disminuida ante la falta de acción. Aspectos a los que se debe sumar que el intendente electo es un hombre extrovertido, que salió a denunciar -incluyendo presentaciones judiciales- los aspectos negativos que observaba sobre el accionar del jefe comunal. Es más, se asegura que el titular del Departamento Ejecutivo dejó de concurrir a su despacho luego del negativo resultado electoral.
En un mismo plano podríamos ubicar lo que sucede en Luján de Cuyo, donde un hombre del Frente para la Victoria cederá el cargo a uno surgido de las filas del Partido Demócrata. Allí han proliferado las denuncias sobre personal contratado y hasta hubo problemas con el pago del salario a los trabajadores, como también sucedió en Guaymallén.
Sin embargo, más allá de las denuncias puntuales que se plantean en uno y otro caso, es preocupante lo que está ocurriendo con la obra pública, especialmente en aquellas comunas que deberán cambiar de partido político en la gestión. No se realizan trabajos de bacheo aun a pesar de que las fuertes tormentas están convirtiendo las calles en verdaderos sectores minados; la limpieza de acequias ha quedado en el olvido, lo que provoca que el agua gane las calles convirtiéndolas en verdaderos ríos, mientras tampoco se realizan, en la medida de las necesidades, las tareas correspondientes a alumbrado público, tanto en las zonas urbanas como rurales.
Uno de los graves inconvenientes que plantea la posibilidad de reelección de los intendentes es que muchos toman el poder como un verdadero coto de caza y no miden las consecuencias de las acciones que toman. Creen que permanecerán en el cargo por tiempo indeterminado y centralizan su gestión no a favor de la comunidad sino en la búsqueda de su propio beneficio. Es por eso también que la caída les duele mucho más y, en algunos casos, no saben aceptarla.
