Quienes lleguen a la Reserva Parque Luro podrán ver bellos ejemplares de ciervos colorados entre los bosques de caldén luciendo, en el caso de los machos, sus extraordinarias cornamentas y porte, además de su potente bramido, atributos que utilizan para formar su harén.
El sonido es tan potente que recorre grandes distancias y no sólo alerta a las hembras sino que avisa a los machos que empezó el juego. Ellos son los que intentan conquistar y por supuesto son capaces de ir hasta la muerte en ese cortejo. Hay encuentros violentos que en muchos casos sólo queda en la huida de uno de los contrincantes. Ellas, por su parte, están alertas, observan, se muestran y esperan al más fuerte.
Dos veces al día, al amanecer y al atardecer, las visitas guiadas llevan a los turistas a los avistajes que, dada la importante población de ciervos, son encuentro seguro. Prismáticos y silencio, la condición sine qua non. La aventura se lleva a cabo con personal especializado. Ellos son quienes conocen el ambiente y saben por dónde ir y hasta dónde acercarse para no molestar a los animales.
La reserva que cuenta con 7.600 ha., 1.600 de ellas abiertas a la exploración. Fue el primer coto de caza del país. Pedro Luro ingresó esta especie en el siglo XX. El espacio hoy preservado permite disfrutar de la flora y fauna en un lugar único.
El parque presenta tres ambientes naturales: el bosque, la laguna y el medanal y allí las especies de fauna exótica como el ciervo colorado y el jabalí europeo, traídas por Luro, son las más llamativas. Sin embargo hay especies nativas y más de 160 diferentes especies de aves, entre migratorias y residentes. Los caldenes son otro de los atractivos con los que cuenta el sitio preservado ya que es la única reserva del mundo de esta especie. Además El Castillo, la base (hoy museo) que construyó el creador para su coto de caza, también puede verse.
Hay que indicar que quienes no lleguen en marzo o abril pueden asistir a la brama corta que se realiza en mayo. Se trata de la última chance de los machos para conquistar una hembra que no fue apareada o no quedó preñada.