El gobernador de la Provincia reconoció, en el discurso del pasado 1º de mayo, que la inseguridad sigue golpeando a los mendocinos.
Entre otras medidas de gobierno, económicas, sociales y políticas necesarias y prioritarias, el problema de la delincuencia agobia a miles de mendocinos. Un gran número de ciudadanos están mal, tiene dificultades en lo concerniente a la adquisición de productos básicos de la canasta o no pueden pagar la garrafa de gas o adquirir los útiles escolares de sus hijos; todas vivencia críticas de graves consecuencias.
A esta dura realidad viene a sumarse la violencia de tener que sufrir la delincuencia. Asaltos a mano armada, con víctimas fatales o no, dejan secuelas delicadas en las víctimas, conscientes como son de que los delincuentes no dudarán un segundo en disparar y matar ante el menor intento de resistencia.
Las modalidades delictivas han ido creciendo en agresividad, desde el robo de neumáticos hasta los asaltos con armas de fuego que, en muchas ocasiones, los propios maleantes “adquieren” en los domicilios de los damnificados ya que cada vez hay más gente que compra armas con el fin de defenderse.
En cuanto a sustracciones, un ayudante de fiscal revelaba a este diario que aumentaron en todas sus variables. En las zonas rurales, desde cables de cobre, bombas de agua, hasta tractores; en las ciudades, apropiación de focos o reflectores, carteles, materiales de construcción, hasta la rotura de vidrieras con el fin de apoderarse de prendas u otros elementos. Ni qué hablar de lo expuestos que están los escolares, quienes en más de una ocasión han sido despojados de zapatillas, celulares o la mochila en su retorno a casa.
En términos generales, en 2014 se registró en Mendoza un total de 11.026 hechos delictivos, mientras que en 2015 fueron 11.223. En delitos contra las personas y contra la propiedad hay un incremento cuantitativo en casi todos los rubros.
La actual administración tiene ante sí una ardua tarea para tratar de bajar las desalentadoras estadísticas reveladas por el Sistema Nacional de Información Criminal. Para comenzar, ha anunciado incrementar el equipamiento de la fuerza policial, más autos de patrulla, incorporación de sistemas tecnológicos y una mayor capacitación del personal operativo. Además intenta un endurecimiento en las condiciones de detención de individuos sospechados de cometer ilícitos, aspecto este último en ardua discusión en la Justicia y el Poder Legislativo.
Si se logra bajar los índices de pobreza y más jóvenes se suman a la educación y al trabajo será posible frenar la corriente delictiva que amenaza la salud de nuestra vida en sociedad.
La represión para vencer a las bandas de delincuentes en acción e impedir que se generen nuevas gavillas es importante, pero hace falta mucho más que eso, como rescatar a adolescentes y jóvenes de la marginalidad que, inevitablemente, los lleva fácilmente por el camino de la delincuencia.
También se debe apuntar a mejorar la vida de los habitantes de los asentamientos donde la existencia humana se desarrolla en paupérrimas condiciones y familias trabajadoras intentan sobrevivir en medio de condiciones peligrosas y agresivas que les imponen individuos sin más códigos que los del mal vivir.
