“Inquilinos”: la pasión no se negocia

Atlético Argentino contrató a todo el plantel de Racing en 1986 y Argentinos Juniors eligió Mendoza para ser local en 1993/94.

“Inquilinos”: la pasión no se negocia
“Inquilinos”: la pasión no se negocia

Dieciséis jugadores de Racing Club de Avellaneda y el cuerpo técnico, encabezados por Rogelio Domínguez, fueron contratados por Atlético Argentino para actuar en el torneo Clasificatorio.

La operación, de insólitas características y sin antecedentes en el fútbol argentino, se produjo en abril de 1986. "El pase de los jugadores es a prueba, con cargo y sin opción y regirá desde el 6 de abril hasta el 10 de junio. Hubo problemas superados que posibilitaron la negociación", contó en aquel momento el presidente del Atlético Argentino Juan Antonio Lanutti.

El plantel llegó un día después a Mendoza y a las 24 horas se enfrentó con San Martín en un partido correspondiente a la segunda fecha del torneo Clasificatorio, cuyo campeón se ganaba la plaza para representar a Mendoza en el recién creado Nacional B.

El convenio abarcaba el período de un año y que preveía intercambio de jugadores en todos los niveles. Incluso, si Argentino lograba la clasificación para el Nacional B, el acuerdo establecía que el Boli podía elegir jugadores del plantel de Racing y de tercera división.

La aventura le costó a la gente de San José 150.000 dólares y fue un bálsamo para los jugadores de Racing, que hacía dos meses no cobraban sus sueldos e iban a estar seis meses parados luego de haber conseguido el ascenso a Primera División.

La nómina de esos jugadores fue: Miguel Wirtz, Gustavo Costas, Héctor Fernández, Nestro Fabbri, Washington González, Horacio Attadia, Italo Ortiz, Miguel Angel Colombatti, Jorge Acuña, Enrique Olivera, Walter Fernández, Gustavo Szulz, Marcelo Asteggiano, Juan Carlos Suuczyk, Hugo Lamadrid y Horacio Cordero.

Los jugadores llegaban el sábado a la tarde en avión, jugaban el domingo y el lunes a primera hora partían nuevamente. Los entrenamientos se hacían en el predio de Racing en Avellaneda.

A aquel equipo le costó adaptarse y mucho al fútbol local. Ya en el primer encuentro se quejaron de que en San Martín los habían maltratado los hinchas y los jugadores les habían pegado. Eso hizo que la gente comenzara a tener malestar hacia ellos.

Les costó ganar el primer partido que fue recién en el clásico contra Guaymallén por la cuarta fecha y llegaron a la última jornada con la necesidad de vencer sí o sí a Gimnasia para meterse en las semifinales, a las que accedían los mejores cuatro de la tabla.

El Lobo ganó 2 a 0 ese día con una notable y recordada actuación del Mudo Castellino y Racing volvió a convertirse en Racing dejando atrás una jugada que no fue nada satisfactoria.

"Argen-Racing", así fue bautizado por entonces, jugó 10 partidos con 6 victorias, 1 empate y 3 derrotas, 25 goles a favor y 9 en contra. Con 13 puntos ocupó el quinto puesto y se quedaba afuera del cuadrangular que catapultó al Deportivo Maipú al Nacional B.

El uruguayo Washington Olivera fue el máximo goleador con 6 tantos de aquella Academia que terminó jugando con futbolistas del club porque las 'figuras' de Racing se negaron a jugar los últimos partidos aludiendo un trato hostil. Ya el saldo había arrojado ¡seis! lesiones en dos meses. Se fue Racing. Sólo dejó una simpática anécdota.

Argentinos Juniors. En 1993, en lo que fue una jugada netamente política, el que vino a jugar de local en la provincia fue Argentinos Juniors.

Hundido económicamente y perdido en el terreno futbolístico, el Bicho se entregó a los designios de Torneos y Competencias. La empresa de Carlos Ávila se hizo cargo del equipo y para causar un golpe de efecto cambió la localía: de la cancha de Ferro (había abandonado La Paternal) al estadio Malvinas Argentinas de Mendoza..

El conjunto dirigido por Chiche Sosa se reforzó bastante pero no pudo escaparle a la mediocridad. En el  Apertura '93 se colocó en el undécimo lugar de la tabla de posiciones, mientras que en el Clausura '94 finalizó decimotercero y no ganó pudo ganar como local.

El ambiente futbolístico de la provincia levantó la voz y hasta hizo un paro, pero desde el Gobierno dieron el visto bueno con la excusa de que era necesario hacer funcionar el estadio que se había convertido en un Elefante Blanco.

Se armó un equipo con varias figuras del exterior como los uruguayos Gabriel Cedrés y Soca, el colombiano Faryd Mondragón, el chileno Jaime Pizarro buscando que los trasandinos se acercaran a nuestra provincia y los paraguayos Roberto Acuña y Andrés Duarte.

Además de valores de la cantera como Christian Dollberg, Cristian Traverso, Leonel Gancedo y el Pescadito Paz.

No hubo igual manera de atraer al público mendocino. En algún momento se aseguró que Maradona integraría el plantel, pero Diego aceptó una oferta de Newell's y el mega proyecto perdió fuerzas.

"Lo fuimos a buscar y parecía todo encaminado para que jugara en nuestro equipo, pero de un día para el otro se cayó la operación", recordaba tiempo después el entrenador del Bicho, Osvaldo Sosa.

"Fue una experiencia bárbara, no tengo dudas que si ese plantel hubiese jugado con el nombre de algún equipo de Mendoza hubiese salido campeón", agregaba Sosa, es que sólo ante los equipos grandes el Bicho logró superar los 10 mil espectadores en el Malvinas Argentinas.

Como pasaba con Racing, el equipo se entrenaba en Buenos Aires y venía sólo para los partidos. Eso también atentó contra el proyecto porque no había comunión con la gente.

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