No se puede ser tan inocuo. Frente a un adversario con jugadores de la calidad individual de Atlético, no podés regalar nada. Y la Lepra, que defensivamente estaba haciendo un partido correcto, se durmió y -fiel a su costumbre- La Pulga lo durmió.
En tres minutos se le desmoronó el castillo de naipes. Le pasó por respetar demasiado al Decano. Fuera de Mendoza le sigue faltando audacia.
Garnero tardó demasiado en mover el banco y realmente no se puede entender cómo Franco Dolci no tiene lugar en este equipo. ¡Ay, Lepra! Ahora, a pensar en Guillermo Brown.