Por Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital -
Si algo hay que agradecerle a esta época que nos toca es que la vorágine informativa a escala planetaria produce un efecto revulsivo en los medios de comunicación con respecto a un tema al que históricamente se relegó del plano principal de tratamiento: las entrañas del mundo FIFA. Aquí hay que encuadrar el foco para desentrañar qué, por qué y para qué se gestó una comedia de enredos tal como lo fue la sanción y/o no sanción a Lionel Messi con los cuatro partidos de suspensión para las eliminatorias sudamericanas rumbo a Rusia 2018. Un capítulo más de un sistema que se resiste a mostrar coherencia en sus métodos y sus actos. Quizá como estrategia: las medidas incoherentes mantienen una larga tradición surgida desde el edificio sito en Zúrich y cuyos efectos se derramen a nivel globalizado.
Desde los '60, se comenzó tímidamente a analizar el fenómeno de las incoherencias arbitrales en el Mundial 1966, el mismo del escándalo con Antonio Rattin y con el gol que no fue concedido a los locales en la final frente a los alemanes. Eran tiempos del inglés Stanley Rous en la conducción de la máxima entidad del fútbol mundial. Y en casa quedó el primer y único título ecuménico - hasta ahora - ganado por los padres del fútbol. O, mejor dicho, los hábiles gestores para reglamentar y darle entidad orgánica a una expresión lúdica que había tenido numerosos antecedentes desde la Antigua China. Otra de sus acciones emblemáticas fue promover que Sudáfrica participara de contiendas internacionales a pesar de su legislación que permitía el apartheid, por lo cual sus equipos sólo eran integrados por hombres blancos., El propio dirigente le agregó el título de Sir a su identidad, una retribución que la corona británica supo distribuir gracias a los favores recibidos por el súbdito de Su Majestad.
A Rous lo sucedió el inefable Joao Havelange, un todo terreno con una habilidad excepcional para convertirse en el dirigente número uno del mundo aún habiendo surgido desde el waterpolo y ni siquiera haber practicado fútbol. El brasileño fue, además, quien apoyó decididamente que la sede del #Mundial1978 se mantuviera en la #Argentina. En marzo de 1976, a pocos días del Golpe de Estado, el almirante #HelenoNunes - su compatriota - ponderó a la Junta Militar y le dedicó palabras elogiosas a #JorgeRafaelVidela. Lo demás es historia conocida. Si hasta un alto directivo de la FIFA, el alemán HermanNeuberger - sospechado de haber integrado la juventud hitleriana - alabó a la organización de la Copa. Un año después de que el equipo de #CésarMenotti se consagrara campeón y de que #DanielPassarella fuese el primer capitán de la Selección en alzar el trofeo, apareció en escena #JulioHumbertoGrondona para sentarse en el sillón presidencial de la #AFA. Una alianza estratégica con el carioca le permitió a don Julio ubicarse en puestos preferenciales tanto a nivel sudamericano como mundial, lo cual mantuvo hasta su fallecimiento a fines de julio 2014.
Acosado por demandas judiciales de todo tipo, inclusive desde el propio Estado brasileño, Havelange fue apartándose de sus funciones hasta ubicar a #RicardoTeixeira - su yerno - como virtual testaferro de sus múltiples negocios multimillonarios. Mientras, otro de sus delfines en la FIFA, el suizo #JosephBlatter, fue el sucesor y custodio consensuado de los beneficios económicos cuantiosos. La oleada aperturista del fútbol hacia el continente africano, el océanico, el norte y centroamericano más el asiático multiplicó los dividendos exponencialmente. La cantidad de sobornos, tráfico de influencias, lobby y corporativismo dirigencial, también creció de manera ilimitada. Grondona, por ejemplo, quedó como responsable directo de la estratégica comisión de mercadotecnia, ni más ni menos que la encargada de las transmisiones futbolísticas en todo el planeta.
Entre medio de la gestión Grondona surgieron dos apariciones a nivel premium, las de Diego Maradona y Messi. Dos de los mejores jugadores de todos los tiempos que sólo pueden compartir el podio con Pelé, inclusive por encima de excepcionales futbolistas desde la posguerra hasta hoy tales como Alfredo DiStéfano, Franz Beckenbauer, Johan Cruyff y Cristiano Ronaldo. Las diferencias entre Diego y Leo van más allá del fútbol arte que lograron desparramar en los campos de juego del mundo. Si puede discutirse hasta el hartazgo quién fue el mejor de los dos, ésto va disociado de su respectiva relación con la política implementada históricamente por la FIFA. Maradona se manifestó rupturista y crítico con la jerarquía de la máxima dirigencia futbolística e inclusive también se enfrentó con la UEFA dirigida por Michel Platini. El astro de Barcelona, en cambio, asumió una actitud más distante y menos confrontativa. Cada uno de los dos optó por expresarse de manera distinta.
Hoy día, curiosamente fue Gianni Infantino quien logró reinsertar a Diego dentro de la estructura FIFA. Lo empoderó y fue recuperando su figura a partir de la premiación The Best que se dio a pocas semanas de la tradicional del Balón de Oro. El dirigente helvético supo construir parte de su poder para suceder a su compatriota Blatter - cadáver político tras el escándalo del FIFAgate - reinstalando la imagen maradoniana luego de casi tres décadas de aislamiento. Es más, también supo decodificar la grandísima influencia que el Diez sigue ejerciendo en mercados emergentes como el del Golfo Pérsico y el sudeste asiático. Por ejemplo, Maradona acaba de confirmar en su cuenta oficial de #facebook que volverá a la India - estuvo en 2008 - en septiembre próximo para participar de una visita homenaje en #Calcuta, donde es idolatrado por los aficionados.
Tras sus peleas con Havelange, Grondona y Blatter, Diego se muestra afable con Infantino.
Leo, en tanto, recibió la amnistía a su pena tras los insultos al línea brasileño Emerson Augusto de Carvalho, apenas finalizado el 1-0 contra Chile en el Monumental de River Plate. Por más medallas que quieran ponerse el actual presidente afista Claudio Chiqui Tapia como el titular de Boca Juniors DanielAngelici, lo cierto es que la gestión de los asesores letrados se movió de manera independiente y eficaz del poder político. La intervención del abogado Juan de Dios Crespo, acercado por Marcelo Tinelli, fue la llave para destrabar el conflicto. Sin esa movida, aún la dirigencia de Viamonte1366 estaría buscando implementar su plan B, que era el de considerar al Superclásico de las Américas contra Brasil - el 9 de junio en Melbourne - como un partido oficial de fecha FIFA para disminuir la pena.
El mundo FIFA necesita de sus estrellas más que éstas de aquél. Ningún jugador está hoy tras las rejas o con prisión domiciliaria luego de que la jueza estadounidense Loretta Lynch pateara el tablero con las investigaciones que originaron el FIFAgate. La empatía del futbolista con el hincha es inmediata. La relación del aficionado con el dirigente - en cambio - es sinuosa y está teñida de sospechas. Motivos hubo y hay de sobra para que ésto sea así.
