Inmigración y política demográfica

Es preciso tener una política de inmigración como se la supo tener hace un siglo, con las inevitables distinciones de un tiempo a otro.

Inmigración y política demográfica

Las migraciones y la evolución demográfica constituyen el núcleo central de la historia de la humanidad. Desde dónde y hacia dónde fueron los seres humanos, cuánto crecieron, cuántos desaparecieron por enfermedades, peste, guerras, perfilan mejor que ningún otro indicador los afanes de la humanidad.

Las migraciones han tenido y tienen explicaciones; los seres humanos huyen de situaciones insoportables, por cualquier motivo que sea, y van en busca de otros territorios donde suponen o saben que encontrarán mejores condiciones para vivir.

Nuestra historia de país bicentenario, su constitución social, no se entiende sin explicar migraciones externas e internas. Quizás sea conveniente distinguir entre aquellas inmigraciones estimuladas, buscadas, resultados de una política deliberada, “gobernar es poblar”, de aquellas otras que son consecuencia de circunstancias económicas y políticas como las que hoy afectan a Europa, EEUU, y también a nosotros.

A tal efecto es muy interesante repasar algunos datos de la inmigración desde fines del siglo XIX. El primer Censo Nacional realizado en 1869 registró una población de 1.700.000 habitantes, de los cuales un 12% eran extranjeros, concentrados en la Ciudad de Buenos, las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, en proporción bastante menor Mendoza y Córdoba.

En el segundo Censo, en 1895, la población alcanzaba 3.950.000 habitantes y la proporción de extranjeros ascendía a una cuarta parte, 1.000.000 de habitantes. Hacia finales del XIX y comienzos del siguiente, el movimiento inmigratorio se acelera notablemente, asombra la cantidad de inmigrantes que llegan, los que salen y el saldo positivo que arroja.

Solamente entre 1904 y 1913, ese saldo es casi de 1.500.000 de personas. En el Censo de 1914, el país tiene ya poco más de 5.500.000 millones de habitantes de los cuales 30% eran extranjeros. En todo el período la inmigración es casi totalmente europea, con predominio absoluto de italianos y españoles.

El estallido de la Primera Guerra Mundial en el año del Censo precitado interrumpe el movimiento migratorio. La migración de Europa se reinicia después de la Segunda Guerra, pero las cantidades serán mucho menos importantes, es llamativa la cantidad de personas que luego de un tiempo salen del país.

El resultado demográfico de un proceso inmigratorio de alrededor de unas ocho décadas fue la constitución de rasgos fuertemente europeos, algunos dicen que era el país más europeo fuera de Europa.

Pero a su vez políticas educativas y culturales, instituciones como el servicio militar obligatorio, enderezadas a la integración de los inmigrantes y sus descendencias, le dieron al país una notable cohesión social y sentido nacional.

Desde la década de los ’70 del siglo pasado hasta ahora la realidad inmigratoria tomó un cariz muy distinto al que hemos explicado. En primer lugar las crisis políticas y económicas que se sucedieron estimularon una fuerte salida de argentinos buscando mejores horizontes en Europa y EEUU.

La facilidad con que muchos descendientes de aquellos inmigrantes obtenían la doble nacionalidad, y los beneficios que ello implicaba, estimuló la salida. No hay datos precisos sobre la cantidad de emigrados, pero algunas estimaciones rondan en 800.000 personas.

Por otro lado, en el mismo período cambiaron radicalmente las características del flujo inmigratorio. Los europeos de un siglo atrás han sido sustituidos casi íntegramente por flujos de países limítrofes, Paraguay y Bolivia, con Perú y Colombia, representan más de 80% de las personas que radican.

Proceso acelerado durante los gobierno kirchneristas por las considerables facilidades otorgadas para la radicación, realizando procesos masivos de legalización de inmigrantes.

Los números varían según las fuentes, el Censo Nacional de 2010, registró que la población extranjera era de alrededor de 4,5%, predominado los orígenes antes mencionados.

Información difundida por Migraciones señala que 1.800.000 personas se radicaron entre 2004 y 2013. Los atractivos que el país ofrece a estos inmigrantes son notorios; además de conseguir trabajo, tiene servicios de salud, acceso rápido a planes sociales como la asignación universal por hijo y en las moratorias previsionales posibilidad de acceder a una jubilación o pensión

La configuración social de Argentina ha cambiado profundamente y seguirá cambiando. Poco o nada se discute este gran tema, menos aún parece haber alguna política demográfica.

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