Ingreso irrestricto

Una crítica a la recientemente dictada ley de educación que da por tierra con la idea del esfuerzo y el desafío y la voluntad de los estudiantes por aprender, más allá de los eventuales fracasos.

Ingreso irrestricto

Por Gustavo F. Laies - Educador. Fundación CEPP. Especial para Los Andes

Un día Miguel se sintió ante el desafío de sacar a Juan las rueditas de la bicicleta: si no, nunca iba a andar sin rueditas, nunca iba a disfrutar de trasladarse. Le costaba verlo caerse, frustrarse, pero el desafío que debía atravesar era estar junto a él, acompañarlo. Le costaba bancar que se cayera, aunque fuera parte de sus esfuerzos por aprender. Estar a su lado, ayudarlo a levantarse y volver a subirse para seguir ejercitándose, era su tarea.

Es duro ver a los hijos golpearse, chocar, fracasar pero es el desafío del camino que debemos asumir, acompañarlos para llegar. Entender que nuestro rol es estar al lado, ayudarlos a levantarse, darles ánimo para seguir.

La Argentina acaba de dictar una ley de educación que contradice estos criterios, que vuelve a tachar de nuestro universo la idea del esfuerzo, la voluntad de aprender más allá de los eventuales fracasos. Hemos vuelto al credo populista en el cual el esfuerzo y la voluntad no se ponen en juego. “Quedarás preso del que resulte tu benefactor; le deberás lo que te ha dado y deberás apelar a él cuando debas resolver algo”, dice más o menos ese credo.

Pero, en el desafío, lo que has perdido es ser dueño de tu destino. No podrás decidir por vos mismo, no serás capaz de superar el escollo; deberás buscar a tu benefactor.

Levantar cualquier formato de examen de ingreso nos saca del escenario del esfuerzo, del trabajo, del logro que debe alcanzar cada uno, lo que cada uno ha sido capaz de realizar. Perdemos la idea de que “lo hemos logrado” y la satisfacción de nuestro logro.

Probablemente sea al revés. Nos empeñamos en quitar obstáculos en lugar de enseñar a afrontarlos. Quizás nos está costando volver a valorizar el esfuerzo, el trabajo, lo que cada uno puede alcanzar a partir de su empeño, de su voluntad.

Voltear el examen de ingreso o cualquier requisito de acceso, de superación personal, de mejora, de alcance de lo que nos habíamos planteado es una renuncia de la sociedad y de los chicos. Es la idea de que no podemos plantearnos requisitos, no podemos exigir un cierto nivel, entonces... “hagamos de cuenta que no existieron desafíos”, que no nos frustramos porque la barrera no existe. Pero existe.

Algunos dirán que no estamos tomando en cuenta los diferentes niveles de la secundaria, pero es preciso entender que esas diferencias debemos enfrentarlas, no evitarlas. Con un curso de ingreso, con trabajos individuales, etc. Otros, dirán que les negamos la inclusión a un mundo al que quieren ingresar, y que no ganamos nada. El mundo al que ingresan es el de la excelencia. No hay que engañarlos, es lo que la sociedad demanda.

La Argentina se merece volver a la excelencia, al esfuerzo por tener un país mejor, por pelear la construcción de un país mejor. No excluyamos a los chicos de esa pelea.

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