Ingreso a una cosecha distinta

Entramos en una nueva cosecha de uva y quedan puntos sin resolver, aunque las expectativas -tanto para el mercado interno como para el internacional- son favorables. Hay que comenzar a pensar en medidas estructurales que superen la coyuntura.

Ingreso a una cosecha distinta

Al decir de los propios industriales, la economía, además de por las realidades, se mueve por expectativas. En el caso de la industria del vino, el sector ingresa en una cosecha distinta porque se han modificado algunos factores que permitirán otorgar mayor competitividad al vino argentino en los mercados internacionales; por la posibilidad de concreción de anuncios que permitirían reducir el sobrestock que está influyendo sobre los precios, tanto de la uva como del vino y también porque la nueva conducción del INV permite presuponer que el organismo se dedicará estrictamente a su función de control de la actividad, dejando de lado decisiones políticas.

En algunos lugares la cosecha ya empezó. Especialmente en el caso de aquellas uvas destinadas a la producción de champán, que requieren menor grado alcohólico, mientras el grueso de la vendimia comenzará a mediados del mes próximo. Es de esperar que para ese momento las provincias de Mendoza y de San Juan hayan llegado a un acuerdo con relación al porcentaje que deba destinarse a mosto o a otros usos, tal cual lo han señalado algunas versiones de parte de funcionarios.

Sin embargo, mirando al futuro podríamos señalar que la vitivinicultura se enfrenta a problemas que requieren distintas soluciones. Por un lado, situaciones coyunturales, en las que el principal inconveniente se centra en el sobrestock de vinos -se habla de 200 millones de litros- que están influyendo sobre el mercado y que se convierten en el peligro latente que significa comenzar la recolección de uvas con bajos precios en los vinos. Se ha anunciado ya un principio de solución, con un primer aporte de 75 millones de pesos por parte de la Nación para sacar del mercado parte del vino sobrante y enviarlo a destilación, recordando además que se habla de nuevas remesas, a lo largo de los meses, a los efectos de lograr el necesario equilibrio en el mercado. Si el objetivo se alcanza, si se llega a junio -fecha en que se produce la liberación de los vinos nuevos- con un stock moderado, es muy factible que la grave situación actual se modifique.

En el caso de los mercados externos la situación es distinta porque cambiaron las expectativas. Las exportaciones de vinos argentinos vivieron durante dos décadas un proceso de crecimiento exponencial, a razón de dos dígitos por año, hasta que en 2010, como consecuencia de erróneas políticas económicas implementadas a nivel nacional, la situación se modificó. Con un dólar desfasado y una inflación interna importante, la salida de vinos a los mercados externos ingresó primero en una meseta, frenándose el crecimiento y en los últimos años con algunos números que daban en rojo, especialmente en lo relacionado con los vinos a granel. Las medidas anunciadas por la actual gestión nacional, como la derogación de las retenciones y la recuperación del valor del dólar, han modificado favorablemente las expectativas para el sector. Los vinos argentinos pueden volver a ser competitivos en los difíciles mercados internacionales, aunque, tal cual lo advierten los propios exportadores, la reacción no será inmediata. Todos coinciden en que perder espacios en las góndolas es muy fácil. Lo difícil es recuperarlos y eso lleva tiempo. De todos modos, la Argentina corre con una ventaja y es que conoce los mercados, los industriales tienen los contactos y hasta existe un consumidor muy afín a nuestros caldos.

Frente a esas expectativas más favorables, la industria debe aprovechar la oportunidad y, dejando de lado algunas diferencias que existen entre los sectores, fijar objetivos que aceleren un proceso de cambio tecnológico en la elaboración, porque aún existen bodegas con maquinarias que no se adaptan a las nuevas exigencias, el que debe ser acompañado paralelamente por un proceso de reconversión de viñedos que priorice las variedades requeridas por el consumidor. Son, sin dudas, las condiciones mínimas que requiere un mercado cada vez más exigente.

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