Informe de daños: cómo quedó la relación entre la UCR y Macri después de la crisis

Informe de daños: cómo quedó la relación entre la UCR y Macri después de la crisis
Informe de daños: cómo quedó la relación entre la UCR y Macri después de la crisis

Nunca fueron del todo idílicas las relaciones entre radicales y macristas desde que ambos comparten (¿comparten?) el gobierno nacional, pero hubo etapas y etapas.

La primera fue la fundacional, la previa al triunfo electoral, que duró hasta el 4 de diciembre de 2015. Tuvo en Ernesto Sanz como presidente partidario de la UCR a uno de los arquitectos del armado de la alianza Cambiemos. Él debió mantener un imposible equilibrio entre los muchos radicales que querían una alianza de centroizquierda en vez del Pro, y los macristas que se negaban a incorporar la menor pata peronista al acuerdo político. Al final, el triunfo lavó todas las diferencias pero Sanz quedó en el imaginario radical pegado más cerca de Macri que de ellos, y entonces el mendocino dio un portazo. Como insinuando que muchos radicales tienen más vocación por la oposición que por el oficialismo. Que en vez de agradecer haber llegado nuevamente al poder luego del desastre de De la Rúa, destrozan a quien los llevó otra vez al podio. Son en eso una réplica de los peronistas: ni buenos ni malos, incorregibles. Sólo que a los peronchos -al revés que a los radichetas- lo único que los deja conformes es tener el poder y si lo tienen otros, se vuelven locos o vuelven locos a los otros. Ayer, hoy y siempre.

Luego vino una etapa anodina con la presidencia partidaria del santafesino José Corral, que no logró nada de nada para el radicalismo por lo que las broncas susurradas se multiplicaron por mil.

Hasta que el 15 de diciembre de 2017 llegó Alfredo Cornejo, un radical al que le gusta tanto el poder como a los peronistas y que desde entonces trata de fortificar la convergencia, pero diferenciándose siempre que puede del macrismo, para conformar a los radicales. Intenta mantener un equilibrio precario a la espera de transformarse, en un eventual segundo gobierno de Cambiemos, en lo mismo que fue Sanz con el primero: uno de sus grandes arquitectos. Quiere para luego de 2019 lograr una igualdad política en el gobierno entre macristas y radicales, y él ser su soporte principal.

Sin embargo el primer percance serio en pos de ese objetivo nacional de la UCR casi estalla aquel domingo del cambio de ministros en que los radicales intentaron cubrir con su impronta a un nuevo gabinete que variara sustancialmente desde ya mismo el rumbo político del gobierno y, sin embargo, a la postre se quedaron sin nada de nada.

Sólo la colosal fuerza tsunámica de la crisis económica hizo que ocultaran sus diferencias crecientes desde ese domingo y trataran de lamer sus heridas, aunque más no fuera con parches de bicicleta. Así, entre otras cosas, el miércoles pasado se juntaron para reflexionar juntos los tres think tank partidarios de Cambiemos: la Fundación Pensar del Pro, la Fundación Alem de la UCR y el Instituto Hanna Arendt de Carrió.

Sin embargo, no es la filosofía lo que separa a los socios dubitativos sino la política. Por eso se podría decir que después de la tormenta económica quedaron al menos cinco grandes diferencias a saldar entre la UCR y el Pro: la lid Peña-Cornejo, el desdoblamiento electoral, la relación con la provincias peronistas, la lid Melconian-Prat Gay y la lid Durán Barba-UCR. Veamos.

I. Al ser los dos dirigentes con más responsabilidad en sus respectivos partidos, Marcos Peña y Alfredo Cornejo fueron las cabezas visibles del enfrentamiento. Para la UCR, Peña es el hombre que entorna a Macri y les impide el acercamiento. Es además el que recela -junto a Durán Barba- de la política tradicional en pos de una nueva que para los radicales es puro macaneo marketinero, cuando no mera antipolítica. Por eso sintieron como un triunfo parcial el alejamiento de las dos grandes espadas de Peña: Quintana y Lopetegui. Algo que Peña no les perdonará fácilmente y Lilita Carrió quizá nunca. Porque no hay peor astilla que la que fuera del mismo palo.

II. Con respecto al desdoblamiento electoral, es Cornejo quien en particular lo desearía para su provincia. No lo dice por fuera pero en su interior es lo que más le atrae, ya que en Mendoza mide bastante más que Macri. Algunos dicen que al Presidente no le disgustaría que algunas provincias de Cambiemos adelanten la buena noticia de un triunfo como precedente para la pelea nacional. Pero otros creen que lo sentiría como una ofensa, como un cortarse solo (así lo sintió Cristina con Mendoza), que desdoblar sería un escándalo.

III. Donde más desconfianza hay entre los dos partidos es en el tema de las provincias justicialistas en las cuales podría ganar Cambiemos. Como Entre Ríos, La Rioja, Misiones, Catamarca y Tucumán. Ocurre que todos los probables ganadores serían de la UCR, no del Pro. Los cuales sospechan que Rogelio Frigerio está operando para ayudar a que repitan su mandato los actuales gobernadores justicialistas a cambio de apoyo nacional, particularmente en el tema presupuestario. Y eso los radicales lo consideran alta traición.

IV. Los que mejor conocen a Macri creen que el presidente no tocará nuevamente el gabinete hasta que aparezca otro vendaval muy fuerte. Dicen, en chanza, que Macri piensa como presidente... pero de Boca Juniors, donde aplicaba a rajatabla la consigna de que equipo que zafa no se toca. No obstante, la UCR tiene preparado en carpeta el posible reemplazo que se expresaría cuando Macri acepte a Sanz como eje político y Prat Gay como eje económico de un nuevo gabinete en serio. Agregando quizá a Lousteau como eje figurón. Pero a la vez le temen a otro probable reemplazo: al retorno de Melconian, a quien ven como el enemigo interno, no sólo de ellos sino hasta de algunos del Pro. Dicen, en off que “además de ser liberal extremo, si vuelve sería con la cimitarra de su venganza, ya que sus ojos miran en particular al Banco Central y al Banco Nación”.

V. Finalmente, con Durán Barba sigue la diferencia de siempre, traducida al momento: la de la relación con el peronismo. El publicista propone estimular la confrontación con un solo PJ donde los K y los no K se presenten unidos y Cristina esté lo más fortalecida posible. Cree el ecuatoriano que esa polarización sería para Cambiemos puro rédito electoral. En cambio, los radicales creen que hay que apoyar un nuevo peronismo más comprometido con la gobernabilidad, a fin de acelerar en el nuevo gobierno acuerdos estructurales, porque si no, aun ganando en 2019, se corre el riesgo de otro fracaso. Creen que Durán Barba es inmediatista, oportunista y los tiene hartos con su menosprecio de la política.
Fuera de esos cinco temas, todo lo demás es un idilio entre los radicales y Macri. Pero lo que nadie sabe es en qué consiste "todo lo demás".

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