Hay nerviosismo en el gobierno porque hoy se conocerán los datos del IPC de marzo. Tanto la DEIE, que dará los datos locales, como el Indec, con los nacionales, develarán el misterio que permite saber cómo marcha el proceso de rebaja de la inflación que el gobierno prometió. Los datos nacionales, según las consultoras, podría rondar, con suerte, en un 2,4%.
Más allá del número, lo importante es saber que estamos viviendo un proceso que tiene causas muy claras y que los mismos que se asustan son los responsables de su gestación. Es que la Argentina enfrenta un problema de una enfermedad endémica pero adictiva centrada en el gasto público excesivo e innecesario.
A pesar que algunos todavía quieren discutir, es indudable que la inflación es un problema de origen monetario causado por el exceso de gasto público, en principio, y por la emisión monetaria realizada para financiarlo, en segundo término. En el caso argentino, donde hay una presión fiscal casi confiscatoria, además tenemos déficit, lo que le agrega más causas al problema.
Para poder hacer una proyección de la inflación basta con repasar datos oficiales. En este caso, el informe monetario del Banco Central. En su reporte de marzo, la autoridad monetaria informó que la base monetaria creció un 29,7% en comparación con el mismo mes del año anterior. El resultado pudo haber sido peor si no hubiera habido ventas de dólares del BCRA, que absorbieron 41.000 millones, sumado a las licitaciones de Lebac.
Ya en febrero la expansión de la base había sido del 24% y tiende a crecer en forma acumulativa tanto para seguir financiando al Tesoro como para pagar los intereses de los títulos utilizados. El problema es que mientras crece la oferta monetaria sigue cayendo la demanda de pesos, lo que justifica la presión compradora de dólares, ya que los ahorristas no quieren tener pesos en su poder.
En los primeros meses del año puede haberse registrado una mayor incidencia de los aumentos de tarifas, pero en marzo y abril (que también pinta elevado) hay una expansión monetaria que, a primera vista, no parece tener justificativo, salvo un gasto excesivo, más el peso de los servicios de la deuda.
Es que en ese mes se registró un crecimiento récord de impuestos, entre ellos el IVA, que creció más del 50%. Más allá de que hubo menos devoluciones que el año anterior, hay una fuerte incidencia del aumento del IVA cargado en los servicios públicos. Al eliminarse subsidios, el gobierno gasta menos pero recauda más. El problema es: ¿por qué sigue creciendo el gasto?
Ya no hay respuestas. Sólo una catarata de excusas y seguramente vendrá una cacería de brujas para echar la culpa a otro. La inflación es generada por el gobierno y los funcionarios son los únicos responsables. Basta de verso.