Inflación y burla del gobierno

Si quiere encontrarse con un camino correcto, de sentido común, lo primero que deberá hacer el nuevo gabinete del gobierno nacional es borrar lo antes posible las catastróficas huellas que tanto conceptual como prácticamente dejó el ahora ex secretario de

Inflación y burla del gobierno

El funcionario en cuestión sostuvo hasta el día final que fuera echado del gobierno que no hay inflación ya que hace tres años que el asado no sube de precio. Sorprendía también diciendo que en la economía "siempre hay precios que suben y precios que bajan, pero inflación es el aumento generalizado de precios". Sorprende, decimos ya que definiendo correctamente la inflación, niegue que en el país hay aumento generalizado de precios al menos desde fines del año 2006.
 
La intervención del Indec y la destrucción de los índices de precios practicada por el ex secretario de Comercio está próxima a cumplir siete años, lapso en el cual la acumulación de distorsiones no sólo en los índices de precios, sino en innumerables indicadores económicos, es de tal magnitud que muchas de las discusiones económicas no son diálogos de sordos, son diálogos entre personas que hablan idiomas distintos, donde ya no hay manera de entender el significado de los datos.

Algunos de esos datos pueden ayudar a comprender el grado de las distorsiones y sus efectos. Según el Indec, desde diciembre de 2006 a setiembre pasado el Índice de Precios al Consumidor, obviamente manipulado, aumentó 80%. En tanto la ex directora de ese organismo responsable de la elaboración del IPC, despedida por la intervención, ha seguido haciendo el relevamiento de precios con la misma metodología anterior. Para Graciela Bevacqua, de ella se trata, el aumento ha sido del 300%, con una fuerte aceleración en los últimos meses. Este hecho se confirma por los aumentos de precios de productos alimenticios autorizados por Comercio al día siguiente de las elecciones, que llegaron en algunos casos al 10%.

Por cierto el aspecto más curioso ha sido el asunto del valor de la carne. La afirmación de que tal producto no ha subido de precio ha sido inmediatamente refutada a lo largo y ancho del país. Los números de los aumentos varían, pero en el caso de la carne vacuna van desde 30% al 50%, según los cortes y las provincias. En tanto, el pollo lo ha hecho entre el 50% y el 60%.

A los aumentos de estos productos básicos de la alimentación de las familias se suman los estragos producidos por las medidas de intervención en el mercado de trigo y derivados, el otro componente esencial de la canasta familiar. Las reducidas cosechas, por falta de incentivos para sembrar, llevaron a que el mes pasado el trigo llegase a costar casi el doble del precio internacional. Nuevamente la aberrante política comercial impidió importar trigo de Uruguay, que hubiera posibilitado no subir los precios.
 
En el caso del pan, un dato para recordar: en el año 2002 el kilo costaba 2 pesos, ahora varía entre 20 y 30 pesos según los lugares y tipos.

La verdadera burla siniestra es que todo esto ha ocurrido por aplicación de medidas absurdas con el propósito de "defender la mesa de los argentinos". Ahora bien, frente a esta negación de la inflación algunos funcionarios, luego de la derrota electoral oficialista, se han atrevido a hablar de inflación. Así lo ha hecho el gobernador Francisco Pérez, quien, en reportaje publicado en nuestras páginas, reconoce que han sido la inflación y la inseguridad dos factores claves en la derrota electoral del oficialismo. Opinión que es corroborada por numerosas encuestas, que dan a estos factores como decisivos en la motivación del voto de los ciudadanos.

Es por eso que, aun sin Moreno, si estas concepciones continúan de un modo u otro sostenidas, o no debidamente anuladas, por los nuevos funcionarios del gobierno nacional, ningún intento de rectificación será posible y la inflación seguirá consumiendo todos los esfuerzos de los argentinos, como ya hace años lleva haciéndolo.

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