El 6 de diciembre la Cámara de Diputados de la Nación rechazó un acuerdo firmado entre Chile y el Mercosur que buscaba perfeccionar los sistemas de integración entre el país trasandino y el grupo de los 4 países con miras a mejorar los acuerdos vigentes hasta ahora.
El rechazo fue con devolución del acuerdo a la Comisión respectiva y esto deja a la Argentina mal parada ya que el mismo había sido aprobado por nuestra Cámara de Senadores. Pero lo más grave es que los parlamentos de Chile y Brasil ya lo han aprobado, por lo que Argentina queda fuera de las mejoras previstas.
El 4 de enero pasado, en Montevideo, se había firmado el denominado Acuerdo de Complementación Económica 35, entre los Estados Partes del Mercosur y la República de Chile, el cual tenía como objetivo fomentar las inversiones y el intercambio de bienes y servicios A la vez permitiría el ingreso de productos argentinos con arancel cero en los países con los que Chile tiene acuerdos de libre comercio.
Entre sus partes importantes el acuerdo propone "un mercado más abierto, seguro y predecible para el comercio de bienes y servicios e inversiones recíprocas, a fin de facilitar la planificación de las actividades de negocios" y "evitar las distorsiones y las barreras comerciales no arancelarias y otras medidas restrictivas en el comercio recíproco".
El acuerdo facilitaba la integración de empresas argentinas y chilenas para que puedan procesar productos alimenticios argentinos, añadirles valor y exportarlos con arancel cero a los 65 países con los cuales Chile tiene acuerdos comerciales.
Lo grave es que 10 días antes Chile y Brasil habían firmado un acuerdo muy amplio que deja a la Argentina cada vez más encerrada.
El diputado mendocino Guillermo Carmona fue quien llevó adelante la propuesta por el rechazo, que fue apoyada por todas las corrientes del peronismo, el kirchnerismo y la izquierda. El legislador descalificó el acuerdo al calificarlo como "de desregulación económica". Carmona argumentó que se le da igual tratamiento a las multinacionales instaladas en Chile y las pymes argentinas, argumentando que los gigantes instalados en Chile van a perjudicar a las pymes mendocinas y que para la firma del acuerdo no habían sido consultado a las pequeñas empresas de la provincias.
En realidad, y más allá del oportunismo político de generarle un problema al Gobierno, la postura de la oposición parece de una antigüedad inverosímil. En momentos en que el mundo busca integrarse en bloques para alcanzar escala suficiente para tener competitividad, este rechazo suena absurdo. Tan absurdo es como que hoy tenemos un acuerdo con Brasil, que tiene mucha mayor cantidad de multinacionales que Chile y posee arancel cero para ingresar a nuestro mercado, y que en Argentina también hay mayor cantidad que en el vecino país, por lo que, presentar este miedo por este argumento no parece nada serio.
Tampoco es serio el argumento contra el ingreso de vino del país trasandino. Cuando esto se dio fue porque se habían perdido dos cosechas y no había productos para abastecer la demanda interna, pero nunca se trató de un flujo permanente.
Pero el mayor perjuicio resulta para Argentina porque con el rechazo se cierran las puertas a la posibilidad de que productos argentinos puedan ingresar con mayor facilidad y aprovechar los puertos del Pacífico para poder negociar con los países asiáticos.
Estas posiciones son totalmente demagógicas y para nada responden a un proyecto serio de crecimiento de la economía del país, sino a una actitud proteccionista absolutamente anacrónica porque en lugar de generar beneficios sólo generan daños y la imposibilidad de poder generar puestos de trabajo.