Desde que Inés Riveros comenzó a transitar el mundo de la danza, cada paso y oportunidad que tuvo la aprovechó al máximo. Desde sus cortos 3 años, cuando comenzó a estudiar con su madre, la coreógrafa Cristina Hidalgo, paso a paso concretó sus anhelos y expectativas.
En su adolescencia pasó por la escuela del teatro Colón y el Ballet Argentino dirigido por Julio Bocca. Hoy, sin planearlo, a sus casi 31 años es una de las tres mendocinas que está transitando una beca de estudio, con el coreógrafo y bailarín Andrei Vassiliev, en Nueva York.
Junto con las jóvenes bailarinas Abril Rodríguez y Nicole André Pérez, quedó seleccionada para el Year Round Programa, una beca de estudio para perfeccionamiento, que comenzó el 24 de enero y se extenderá por tres meses. Con esta oportunidad, Inés tiene su primera experiencia a nivel internacional y suma un nuevo desafío, que pretende transmitirlo a sus pares, aquí en Mendoza.
-¿Cómo surgió la convocatoria para esta beca?
-Casi de casualidad. Nos contactamos con Manuel Ruiz, creador del programa Latinoamérica baila del maestro Andrei Vassiliev.
Honestamente no lo conocíamos a Andrei, pero cuando vimos un video suyo, dijimos tiene que venir a Mendoza. A través de la escuela de Cristina Hidalgo pudimos concretar su visita a la provincia. Dictó clases y ahí mismo se audicionaba para becas de estudio en su escuela, tanto para el Summer intensivo de junio del 2017 como para ser alumno de su escuela en el Year Round Program 2017. Sin ni siquiera imaginar que podía ser una opción para mí. ¡Sobre todo por la edad! Y por suerte, obtuve una de las becas.
Obnubilada por la ciudad que nunca duerme y aún sorprendida por las nuevas oportunidades que le brinda la danza, Inés Riveros lleva a paso firme más de quince años como bailarina profesional. Actúo en numerosos Actos Centrales de la Fiesta Nacional de la Vendimia; protagonizó la versión de “Lago de Los Cisnes”, en el 2014 junto al bailarín estadounidense Aaron Robison, “El Cascanueces”, “Copellia”, entre algunas producciones de repertorio internacional, sin abandonar su labor docente.
Hoy, disfruta de aprender en la academia de Andrei Vassiliev. El bailarín ruso, es uno de los maestro más importantes de la danza en Nueva York y tiene a sus espaldas una exitosa carrera. Se formó con importantes coreógrafos como John Neumeier, Uwe Scholz, Jiri Kylian y William Forsythe. Fue bailarín en el Ballet de Hamburgo y Leipziger Ballet y ganó el el primer puesto en el famoso Prix de Laussane, entre alguno de sus hitos en la danza clásica.
-¿Cuántos bailarines participan en este sistema de becas?
-Somos alrededor de 20 alumnos en el Year Round Programa. Andrei es muy dedicado con cada uno de sus alumnos, es un grupo hermoso, un ámbito muy agradable. Él tiene una forma hermosa de trabajar, no genera competencia entre nosotros, sino que explota el potencial de cada uno. Hay chicos de otras provincias y países compartiendo con nosotros las clases.
-¿Cuál es el programa a desarrollar?
-Son becas de estudio, de perfeccionamiento. Se crea una atmósfera de creatividad, precisión y cultura dentro de la disciplina del ballet clásico. Tenemos clases de lunes a viernes; tres clases diarias combinando ballet, repertorio, pas de deux, moderno y carácter. No sólo eso, una vez a la semana tenemos clase con un maestro invitado de nivel internacional, de New York City Ballet, Bolshoi, American Ballet, a ese nivel es la preparación.
Es una experiencia increíble. El objetivo es desarrollar la técnica, el arte, la musicalidad, la pureza de la línea y lograr un alto nivel de rendimiento y calidad. Realmente el programa es muy estimulante. Este año, en el mes de mayo vuelve a Argentina, y por supuesto a Mendoza. Dictará clases y otorgará becas para el 2017/2018.
-En el mundo de la danza, ¿qué grado de importancia tiene la formación con Andrei Vassiliev?
-Andrei Vassiliev estudio en la más prestigiosa escuela de Rusia, fue primer bailarín muy joven y bailó en las más importantes compañías del mundo. A partir de eso podrás imaginar la importancia que tiene estar acá. Pero lo más lindo es que con sólo verlo dar la clase uno aprende, él es la perfección de la técnica hasta el día de hoy, se aprende de verdad la buena ejecución de cada paso, lo que no quita la emoción que transmite en cada movimiento.
-De los pocos días que llevás en Nueva York, ¿cuál ha sido el desafío más grande?
-El desafío lo tengo todos los días cuando empieza la clase y me agarro de la barra. Es conmigo misma, es ser inteligente y aprovechar esta oportunidad al máximo. Estoy disfrutando muchísimo este momento, quiero aprender y absorber lo que más pueda.
-Sos una de las pocas bailarina clásicas mendocina que tiene un alto nivel y elegís Mendoza como tu lugar de trabajo.
- Yo amo mi provincia, me gusta mucho trabajar allá. Ahora, esta es la primera vez que viajo al exterior y realmente ¡es otro mundo! La mentalidad del bailarín es totalmente distinta, una experiencia así te abre la cabeza.
-En Mendoza, el espacio para la danza clásica es muy reducido. ¿Cuál es tu opinión de la actualidad del género en nuestra provincia?
-En Mendoza, ahora hay bastante movimiento en cuanto a la formación, existen muchas escuelas, buenos maestros y cursos y seminarios permanentemente. Vienen maestros de Buenos Aires y del exterior y siempre hay concurrencia, por lo tanto las ganas sobran. Lo que falta es posibilidades de trabajo, no sólo en Mendoza, sino en Argentina. Acá en Estados Unidos hay una compañía bien formada en cada ciudad, lo que hace que muchos bailarines tengan la posibilidad de trabajar, no quiere decir que sea fácil pero con esfuerzo, hay más chances.
-¿Qué crees que le falta a nuestra provincia para que la danza tenga otro desarrollo?
-Una compañía con muchas funciones, posibilidad de trabajo para los bailarines mendocinos que se tienen que ir de la provincia si quieren aspirar a algo más en el mundo de la danza. Es una pena, hay mucho talento y poco apoyo al ballet.
-Luego de esta experiencia, ¿qué proyectos tenés?
-Por lo pronto regresar y transmitir humildemente todo lo que pueda a mis alumnos. Aportar un granito de arena a la danza en Mendoza. Y por supuesto bailar los años que me quedan y seguir disfrutando de hacer lo que me gusta.