"Tahiel" es un vocablo mapuche y su significado es "Canto sagrado". Desde el sábado 19 de enero es también el nombre de un pichón de águila coronada que fue hallado extraviado y sin rumbo -aún no vuela- por una familia de puesteros en la zona de la Reserva Natural Bosques Telteca (Lavalle). Luego del hallazgo, el ave fue rescatada y reinsertada al ecosistema de una forma inédita en el país y para esta especie: induciendo su adopción por parte de una pareja de águilas coronadas adultas, quienes -casualmente y en paralelo- habían perdido a su pichón días antes.
"Se lo bautizó con ese nombre, porque el canto sagrado fue el piar del pichón cuando lo fueron a rescatar", destacó el jefe de Fauna de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la Secretaría de Ambiente, Adrián Gorrindo; quien destacó que esta especie se encuentra en peligro de extinción a nivel mundial y que solamente en Argentina quedan menos de 1.500 ejemplares (ver aparte).
El pichón "adoptado" fue recibido con total hospitalidad y normalidad por sus nuevos padres, quienes desde el primer momento se encargaron de alimentarlo con las presas que ellos mismos traían de sus vuelos de caza -principalmente serpientes yarará-; como si en ningún momento ese nido hubiese estado vacío.
"Uno de los momentos más emotivos fue cuando la hembra alimentó de su pico al pichón, como si fuese su hijo. Lo hizo antes de comer ella, y eso terminó de confirmar que el procedimiento había sido exitoso", reconstruyó Gorrindo, quien agregó que es la primera vez que se lleva adelante un procedimiento de este tipo. Como antecedente, también el Telteca y hace un par de años, ya se había practicado un operativo de rescate de un pichón de esta especie caído de su nido; aunque este fue devuelto -luego de un tratamiento express- al cuidado de sus padres (quienes continuaron con su crianza deforma natural).
Además de Fauna; participaron -y siguen trabajando- en el reciente y exitoso rescate y proceso de adopción Guardaparques, personal de la Fundación Cullunche, del Ecoparque de Buenos Aires y de la fundación Caburé-í. El monitoreo sobre Tahiel en tanto se mantiene de forma permanente, ya que le hicieron un anillado para su identificación y se le colocó un radio transmisor.
"Por las mañanas, los 'padres' siguen llegando con una presa y le dan de comer. Luego se van, y a Tahiel se lo nota curioso y cómodo, moviéndose por la zona; aunque todavía no levanta vuelo. Creemos que a fin de mes probablemente deje el nido; aunque va a seguir con sus padres hasta la próxima temporada de reproducción (setiembre)", destacó Gorrindo.
Cronología del milagro
Son dos las historias paralelas que confluyen en el desenlace de la familia ensamblada de aves. La primera de ellas tiene su inicio con Benito Isidro Mayorga, uno de los puesteros que vive en las casi 20.000 hectáreas que comprende la reserva natural lavallina.
Fue Mayorga quien, con todo el conocimiento dado por la experiencia y tantos años viviendo en la zona, dio aviso a la delegación de guardaparques sobre la presencia de un nido activo de águilas coronadas (un procedimiento al que ya están acostumbrados lugareños y los trabajadores de Recursos Naturales Renovables). En ese momento comenzó el monitoreo del nido -donde habitaban una pareja de águilas con su pichón-, instalado en uno de los algarrobos más altos de la reserva (tiene 13 metros en total, mientras que el hogar de las águilas estaba a 10 metros de altura).
"Mientras estaban haciendo el monitoreo, los guardaparques detectaron que el pichón había muerto. Entonces una noche -aprovechando que los padres habían salido de caza, ya que volvían únicamente por la mañana a dejar alimento- retiraron el cadáver", continuó el jefe de Fauna.
Fue la Fundación Cullunche quien tuvo a su cargo la necropsia del pequeño -adjetivo referido a su edad, ya que el tamaño de estas especies es considerable aún cuando son pichones- y de allí surgió la hipótesis más fuerte de la causa de su muerte: anemia. Y que, a su vez, ésta se había desencadenado por una infección en el nido.
En simultáneo, el 19 de enero la familia Jofré -también puesteros de la zona, integrada por Silvia y Antonio- dio aviso a la misma delegación de guardaparques del hallazgo de un pichón fuera de su nido. "Lo encontraron en el campo. Su nido estaba en una zona de difícil acceso logístico para intentar regresarlo, y estimamos que llevaba cerca de 2 semanas fuera", relató Gorrindo. Este segundo pichón -que fue derivado también a los veterinarios de Cullunche para su evaluación, y quienes determinaron que estaba fuera de peligro, pero con bajo peso- sería bautizado luego como Tahiel. Y continuó durante algunos días en tratamiento y observación.
Fue en ese momento cuando personal de Fauna, de las fundaciones Cullunche y Caburé-í, y del Ecoparque de Buenos Aires (por medio del Programa de Conservación y rescate de aves rapaces) tomaron la decisión de cruzar las dos historias. Una decisión que terminó con un final feliz.
Tahiel llevaba una semana de recuperación cuando optaron por intentar introducirlo al nido que ya estaban monitoreando; y donde había muerto el otro pichón.
"El viernes 25 de enero activamos todo el desplazamiento de Tahiel para ver si podíamos llevarlo al nido encontrado -se sitúa a 30 kilómetros de la seccional de guardaparques, a 10 metros de altura-. El 28, cerca de las 4 llegamos al nido para dejarlo, aprovechando que en ese horario los adultos no estaban. Y, aunque ya se lo había embuchado (alimentado), se dejó carne de una presa al lado para que pudiese alimentarse", resumió Gorrindo, quien resumió que desde que sacaron al cadáver del primero y dejaron a Tahiel transcurrieron 48 horas. Además, dejaron una cámara oculta para que filmara.
Aceptación
Al tratarse de una experiencia inédita para la especie, el desarrollo y desenlace a partir de ese momento era una incógnita para todos. Por eso es que quienes participaron del operativo se apostaron en un puesto de observación ubicado a 400 metros del algarrobo, y con un monocular.
Ese mismo lunes, cerca de las 9:30 volvió la hembra al nido -primero- llevando en su pico una yarará que había cazado. Detrás de ella, se posó el macho. Ese fue el primer encuentro y contacto visual entre el pichón y sus padres adoptivos, quienes lo aceptaron con naturalidad.
Para el martes y miércoles siguiente quedaron los trabajos de desinfección del nido, más teniendo en cuenta que Tahiel había sido insertado en el espacio donde había muerto el otro pichón y se especulaba con que estaba infectado.
Se hizo la limpieza y se devolvió el nido. Al mismo tiempo, se derivó al Iadiza una muestra de lo que había en el nido original y se encontraron varios insectos; entre ellos cucarachas, hormigas negras, vinchucas, garrapatas y moscas. "Automáticamente notamos la diferencia y la tranquilidad del pichón cuando regresó al nido", sintetizó Gorrindo.
Una especie protegida
El águila coronada (o buteogallus coronatus, según su nombre científico) es una especie que se encuentra en peligro de extinción en todo el mundo desde 2004. En Argentina se calcula que existen entre 1.000 y 1.500 ejemplares y su hábitat es el norte, centro y centro sur del país. En Mendoza, en tanto, se las encuentra en las reservas naturales Bosques Telteca (Lavalle) y Ñacuñán (Santa Rosa).
Tienen copete nucal y su longitud varía entre los 62 y 72 centímetros; mientras que su peso ronda entre los 2,5 y los 3,5 kilogramos (las hembras son más grandes y pesadas). Sus presas más frecuentes son armadillos, serpientes y lagartos y crían un único pichón al año.