Industria 4.0 y la revolución anunciada

Industria 4.0  y la revolución anunciada

Las revoluciones industriales son trascendentales acontecimientos para la humanidad. Cambian drásticamente la economía y el poder en el mundo. Según la historia, ha habido sólo tres. La primera fue disparada en la década de 1700 por la máquina de vapor comercial y el telar mecánico. El aprovechamiento de la energía eléctrica y la producción en masa provocó la segunda revolución, alrededor del comienzo del siglo XX. El tercer movimiento se produjo después de la Segunda Guerra Mundial, con el ingreso de las primeras computadoras y la generalización de su uso, comenzando la etapa previa a la digitalización y a la conectividad a muy bajo costo y al alcance de casi todos.

Actualmente, estamos en la fase más evolucionada de esa tercera revolución, con la globalización instantánea, Internet y el avance en las telecomunicaciones, las transformaciones en la forma de trabajar de las personas y el ingreso agresivo de nuevos paradigmas en las ciencias y en la tecnología. Y, lo más importante, en los cambios que se buscan en los modelos de educación pensando en las nuevas competencias requeridas para el ahora y el futuro.

Podría parecer demasiado pronto para anunciar que la cuarta revolución industrial, impulsada por la tecnología digital interconectada y los avances en la inteligencia artificial, ha comenzado. Sin embargo, Henning Kagermann, jefe de la Academia Nacional Alemana de Ciencia e Ingeniería, hizo exactamente eso en 2011, cuando usó el término Industria 4.0 para describir una iniciativa industrial patrocinada por el gobierno alemán y que involucra a todos los alemanes.

El movimiento Industria 4.0 ha comenzado en Alemania como una nueva revolución industrial. Muchas de las principales empresas de ese país ya tienen determinación para cambiar y rediseñarse frente a las nuevas oportunidades competitivas. El impulso está creciendo rápidamente también en otros lugares, particularmente en los Estados Unidos, Japón, China, Corea del Sur, los países nórdicos y el Reino Unido.

Es una señal de cambio radical que está transformando rápidamente muchas empresas y que puede tomar por sorpresa a otras. El término Industria 4.0 se refiere a la combinación de varias innovaciones importantes en la tecnología digital, todas ellas procedentes de la madurez en este momento, todo a punto para transformar los sectores de la energía, de la fabricación, los productos y las personas, con su entorno laboral, social y psicológico. Estas tecnologías son a menudo consideradas por separado pero, cuando se unen entre sí, integran los mundos físicos y virtuales y surge una realidad diferente que promete una nueva era.

El gran cambio de las industrias se irá produciendo en los próximos cinco años, llegando al momento más generalizado en 2021. Una encuesta, realizada en 2015 por PwC en 26 países, dio como principal conclusión que el impulso en las empresas para entrar en la Industria 4.0 se refleja en las expectativas en los resultados del negocio con ganancias rápidas, con menos costos y fortalezas en la competitividad global. Una abrumadora mayoría (86%) de los encuestados dijo que, sobre la base de su experiencia, esperaban ver tanto la reducción de costos como el aumento de los ingresos en sus esfuerzos de digitalización avanzados y en la automatización de la producción con el uso de robots y máquinas autónomas.

La entrada a este siglo XXI de ciencia ficción tendrá importantes consecuencias en América Latina y en su desarrollo económico. Sólo Brasil y México son los emergentes, con algunos casos interesantes, pero tienen innumerables problemas y contras, no sólo en el proceso de modernización sino también a nivel de educación de la población y en el grado de capacitación de los trabajadores.

El movimiento de la Revolución 4.0 producirá, en muchas partes del mundo, consecuencias en los menos preparados. Habrá víctimas en los recursos humanos por efecto de la competencia, entre los que no puedan o sepan defenderse y hacer la transformación. Emergerá una gran frustración en los que queden fuera del juego y se presentará un incremento de la población desocupada y de la pobreza, sin hablar de los efectos en la desigualdad y en la economía en general.

Como la Revolución 4.0 está en los primeros pasos, podemos pensar y hacer movimientos para subirnos y evitar el atraso. Es en este momento cuando los gobiernos asumen el papel más importante de la historia: liderar, conducir. Juntos con las empresas y los ciudadanos hay que debatir para concebir políticas públicas, adelantadas en el tiempo, enfocando mucho del esfuerzo en la educación y en la capacitación y adaptación de la gente a las nuevas funciones productivas que vendrán.

El proceso de la Revolución 4.0 se acelerará y nos invadirá, como ha sucedido durante los cambios tecnológicos más elementales, observando a la gente adoptar fácilmente las nuevas tecnologías que le sirven: las que la entretienen y le facilitan la vida o que disparan la disrupción y la locura. Miremos lo que está aconteciendo con Pokemon Go y el estímulo y emocionalidad desatados. Miremos este fenómeno como anticipo de lo que vendrá en la sociedad y en el escenario de la producción. Las creencias que forman nuevas realidades suceden rápida e instantáneamente.

En Argentina, hoy mismo, necesitamos diseñar una propuesta de proyecto de país, como hizo Australia hace unas pocas décadas, imprimiendo lo que quería en su Constitución y en las declaraciones del gobierno. La Argentina tiene que definir, de una vez por todas, el perfil productivo (ahora bastante atrasado) que le conviene, con todo los recursos de los que dispone, y que nos diferenciará en esta nueva revolución industrial. Estimulando el pensamiento estratégico para que podamos imaginar y avanzar, acompañando con debates continuos con la gente y con todos los sectores políticos y sociales. Si no sabemos quiénes somos, lo que queremos y hacia dónde tenemos que ir, ¿cómo superaremos las barreras para ser una Argentina mejor, alterando la historia nefasta del “no se puede”?

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