Ayer se conocieron los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) con resultados que traen un poco de tranquilidad al gobierno. Los efectos son menores a los que calculaban la mayoría de las consultoras privadas y obligan a una revisión de la mayoría de las proyecciones.
En el caso de la medición nacional, los rubros que más incidencia tuvieron fueron “prendas de vestir y calzados” (6,2%) y “equipamiento y mantenimiento del hogar” (4,6%). En el caso de Alimentos y bebidas no alcohólicas, la variación fue menor a la tendencia que traía, ya que marcó 2,5%. Como siempre, la medición de Mendoza no solo dio un índice distinto, sino que en las mediciones por sectores también se registraron guarismos diferentes a los de la medición nacional.
Los índices relevados son menores a los de los meses anteriores, son más bajos a los esperados y vienen a dar un respiro porque además, las proyecciones para los próximos meses están calculadas en baja. La esperanza del gobierno es que lleguen lo más rápido posible (antes de las elecciones) a valores cercanos al 2% y de esta manera descomprimir las expectativas inflacionarias que siempre están presentes en la formación de precios.
El interrogante recae sobre los precios que están atados a los valores del dólar o a materias primas cotizadas en dólares, como pasa con los combustibles o con los derivados del trigo o el maíz. De hecho, el gobierno ha desarrollado una estrategia, que hasta ahora le ha dado resultado, para mantener el valor de la moneda norteamericana dentro de márgenes que no se muevan mucho.
Habrá que esperar la incidencia que puedan llegar a tener los precios internacionales, así como los mayores volúmenes de exportación de algunos rubros, como la carne vacuna y la leche en polvo, que pueden incidir en los precios internos y que juegan un rol muy importante dentro de la canasta alimentaria. Lo mismo ocurre con los derivados del trigo y productos elaborados con harina.