Los mejores 45 minutos de Independiente Rivadavia en el Bautista Gargantini. Sin fisuras.
Hay que ser muy puntilloso y exquisito para encontrarle puntos flacos. Posesión, paciencia en el traslado, prolijidad en sus movimientos a la hora de defender y también en los momentos de ser agresivo, lacerante. Hacía todo de manera armoniosa, no dejó nunca que la ansiedad lo dominara.
Y había motivos para que eso sucediera: la necesidad de reponerse de la dura derrota en La Paternal. Enfrente estaba un rival directo por la permanencia como Instituto y también daba vueltas en la cabeza del futbolista esa racha nefasta en el Gargantini ante La Gloria.
Pero nada de eso inmutaba al Azul, que encontraba el gol en una belleza de González. El platinado volante no podía hacer un gol de menor factura a lo que el equipo había exhibido en esa etapa inicial.
Instituto se reformulaba para el segundo tiempo y sobrevolaba el fantasma de lo que sucedió ante Argentinos. En 10 minutos, la visita le había generado dos claras y todos se miraban.
La Lepra perdió la pelota y sufría el partido. O la cedió, en su defecto, para salir disparado de contragolpe. Lo cierto es que en nada se pareció a aquél de la etapa inicial.
Castillo metía un zapatazo largo y paralizaba los corazones por un segundo. Sólo por un segundo. Era más la ansiedad, la angustia por no lograr defenderse con la pelota porque la Gloria generaba poco.
Ayer Independiente mostró sus dos caras; una en cada tiempo. Y eso mismo lo lleva a ilusionarse por el ascenso, por momentos. Y por otros, volver a mirar los promedios. Así, de un lado para el otro, al parecer, será hasta el final.
Distinción más que merecida
En el entretiempo fue distinguido Felipe Canedo, “figura en las décadas de los '90, siendo parte de grandes planteles durante varios años.
Aguerrido jugador polifuncional jugando en casi todos los puestos y dejando la vida por la institución, entendiendo la mística leprosa” dijo la voz del estadio durante la entrega.
