Indefenso(s)

Las flojas respuestas que sigue entregando la defensa argentina obligan a Sergio Romero a agigantarse para evitar una catástrofe. Ayer, el ex Racing Club tapó tres balones que tenían destino de red y fue figura. El equipo nacional sigue luciendo desequili

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La primera duda que había por responder antes del pitazo inicial era ¿cómo iba a jugar una defensa que se desequilibra con facilidad, ante un equipo que no iba a atacar demasiado? Cuatro minutos después se supo la respuesta.

Muy mal. Desde el instante en que Jalal Hosseini le ganó en el borde del área a todos por arriba, quedó claro que no sería una tarde tranquila para Sergio Romero.

El “1” fue lo más destacado del equipo, con tres intervenciones que paralizaron los corazones albicelestes. Las manos del ex Racing Club fueron la clave para que Irán, un equipo que decidió cerrarse atrás apostando al empate, no se pusiera en ventaja. Hubiera sido un caos. Un golpe difícil de remontar.

Con el corazón en la garganta

Durante la segunda mitad, cuando la posesión del balón ya no fue propiedad exclusiva de Argentina e Irán se animaba a cruzar la mitad de la cancha con velocidad, aparecieron las grietas.

Las espaldas de los laterales fueron los sectores que el rival eligió para atacar y mucho le costó a la última línea argentina cerrarse sobre esos espacios.

Las constantes subidas de Pablo Zabaleta y Marcos Rojo suman desequilibrio a un equipo que de por sí ya sufre con un mediocampo armado para atacar pero no para retroceder.

Antes, en la primera mitad, hubo otra acción en la que el conjunto asiático casi encontró la ventaja. Fue en otro cabezazo de Hosseini en el vértice del área chica y con tres rivales mirando la acción de cerca. A esa altura, cuando el rival no había insinuado más que por la vía aérea, quedaba claro que los balones detenidos son (y serán) un dolor de cabeza para Sabella y compañía.

Otra es la historia cuando hay que buscar el balón en el área rival. Ayer, entre Rojo, Fernández y Garay cabecearon en cuatro ocasiones. El lateral y el jugador del Benfica de Portugal estuvieron muy cerca de anotar. Son un recurso a utilizar cuando hay faltas cerca del área rival. Además, la pegada de Lionel Messi puede facilitar aún más la definición.

En ese primer capítulo, Federico Fernández y Ezequiel Garay intentaron achicar hacia adelante, aprovechando la pasividad ofensiva de Irán, haciendo más corto el equipo y presionando en la salida, en su propio campo, al rival.

La sola presencia de Reza no era una preocupación para la última línea. Sin embargo, cuando algunos volantes rivales se sumaron al ataque, aparecieron los cimbronazos.

Irán descubrió espacios a explotar y fue por su gol. Sus volantes centrales encimaron a Fernando Gago, el administrador del primer pase, y fue Javier Mascherano  (muy impreciso) quien tuvo mayor contacto con el balón.

Lo jugó de “tú a tú” ante las fallas argentinas. Y Romero tuvo que agigantarse para evitar una catástrofe. Y hubo penal de Zabaleta sobre Ashkan Dejagah que Milorad Mažic no sancionó. Y a esa altura, el empate para la Argentina era un negocio.

Los minutos finales se consumieron con un Zabaleta que casi no pasó la mitad de la cancha. Rojo, por el sector izquierdo, siguió lanzado al ataque, aunque no fue todo lo productivo que se esperaba.

Se ganó y punto. Vale para seguir en carrera, pero (¡qué novedad!) habrá que seguir mejorando. La sensación es que, por ahora, Romero y la selección siguen indefensos.

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