Por Rosendo Fraga - Analista político. Especial para Los Andes
La crisis de Brasil es considerada una amenaza regional, pero por lo menos hasta ahora, no global. Aunque Brasil es la séptima economía del mundo, debajo de Francia y el Reino Unido que son la quinta y la sexta, los mercados no perciben que su crisis pueda tener el efecto global que tuvieron las crisis de México, Indonesia y Rusia en los noventa.
Los Brics, que reúnen a los países emergentes más importantes (China, India, Rusia y Sudáfrica además de Brasil), no dan señales de inquietud o incertidumbre por la crítica situación política y económica que afecta a la economía más grande de América Latina. Pero los efectos de esta crisis se hacen sentir claramente en esta región y en particular en América del Sur. El impacto de esta crisis llega con más fuerza a los países del Mercosur, luego a los de la región Andina y después a México y América Central. Es claro que la sufrirá más Argentina que México. Uruguay, Paraguay y Bolivia que los países de América Central. El efecto es triple: a) En comercio, cuando más dependa un país de la región de las exportaciones a Brasil, más sufrirá. b) En finanzas, cuanto mayor sea la dependencia del endeudamiento, mayor será el costo. c) En lo político, en razón de que a mayor incertidumbre política, mayores serán los efectos de la crisis brasileña.
No hay actores globales ni regionales hoy con capacidad de incidir en el desarrollo de la crisis que sufre Brasil. Es un país muy grande, para que otro u otros tengan capacidad o posibilidad de influir en ella. Los EEUU de Trump no dan prioridad a América del Sur. El presidente estadounidense se ha limitado a decir semanas después de asumir, que iba a buscar una alianza con tres países de América del Sur: Perú, Argentina y Colombia y coherente con ello recibió a sus tres presidentes sucesivamente. Pero se ha mantenido relativamente distante de la crisis venezolana, como lo hará ahora con la brasileña. China, tiene importantes lazos comerciales y de inversiones en Brasil, de quien es su principal socio en intercambio. Pero el país sudamericano está fuera de sus prioridades estratégicas.
La dimensión de un rescate financiero de Brasil- la deuda es 75% del PBI y el pago de intereses requiere el 7% anual del mismo- sería de una dimensión que superaría por mucho el que dio EEUU a México cuando la crisis del Tequila a mediados de los años noventa. El 24 de mayo asumió el nuevo mandatario de Ecuador, el oficialista Lenin Moreno. Asistieron la mayoría de los presidentes sudamericanos.
Unasur, que reúne a los 12 países que están al sur del Canal de Panamá, tiene como presidente "pro-tempore" a Macri, quien intentará tratar el tema con sus colegas de este grupo. Pero no es fácil que los demás países de Unasur - que ha estado inactiva en los últimos meses por las diferencias que genera la crisis venezolana- logre concretar alguna gestión concreta más allá de lo declarativo.
La crisis política ha escalado, dividiendo a la coalición oficialista, cuando la economía comenzaba a recuperarse. En el primer trimestre volvió a crecer tras dos años de caída. El 1,12% de crecimiento fue un muy buen arranque, que auguraba que el país crecería más de lo previsto. En abril, por primera vez en más de dos años, se registró aumento del empleo formal. El superávit comercial es el mayor en una década y la política anti-inflacionaria está siendo exitosa. Se crearon 60.000 puestos de trabajo registrados, frente a una pérdida de 64.000 en marzo y cuando el país sufre el récord de desempleo de su historial, con 13,4%.
La crisis política comienza por poner en duda un hecho que los mercados juzgaban vital: que la Cámara de Diputados apruebe el miércoles 31 de mayo la reforma previsional. Detrás de la denuncia a partir de la delación del titular de un grupo importante en la industria de la carne (Joesley Battista de JBS), se manifiesta la división de la coalición que sostenía a Temer. El diario O'Globo - el más importante de Brasil- pidió su renuncia, pero Folha de Sao Pablo lo sigue defendiendo.
El ex presidente Cardoso también ha pedido la renuncia del presidente y su partido (PSDB) no concurrió a un diálogo con los dirigentes de su coalición que convocó el actual mandatario el domingo 21 por la noche. Temer, por su parte, contraataca, niega los cargos, denuncia que las pruebas están manipuladas e insiste en que no renunciará. A su vez, el máximo tribunal del país decidió postergar la definición sobre si avanza o no en la investigación de esta nueva denuncia contra Temer. En este marco, la oposición con eje en el PT en las calles pide elecciones directas ya y Lula- cada vez más complicado también en las investigaciones de corrupción- exige la renuncia de Temer y que se adelanten las elecciones, que deben hacerse recién en el último trimestre de 2018. Los disturbios en Brasilia -que incluyeron la toma de cuatro ministerios y el incendio de uno- llevaron a Temer a desplegar al Ejército durante un día para contenerlos.
La crisis no tiene una salida fácil y puede prolongarse varias semanas. Temer no está dispuesto a renunciar y luchará por retener el poder hasta su última posibilidad. El desplazamiento por juicio político como sucedió el año pasado con Dilma, requiere un proceso complejo, que en el caso de ella, se desarrolló en las dos cámaras del Congreso entre mayo y agosto. Por ahora no parece existir la mayoría parlamentaria para desplazarlo. Cabe la posibilidad que la Suprema Corte decida avanzar con la investigación de este caso y condene a Temer. Pero ello llevará meses. También es posible que el máximo Tribunal Constitucional lo condene junto con Dilma, en la causa por financiamiento ilegal de su campaña. En caso de que los fallos judiciales precipitaran su renuncia, asume la presidencia un aliado de Temer (Rodrigo Maia), titular de la Cámara de Diputados, quien debe convocar al Congreso para elegir al ciudadano terminará el mandato.
En este caso no hay un candidato claro. Los mercados impulsan al ministro de Economía (Henrique Mireilles), y hasta se menciona a un ex ministro de Lula y Dilma (Nelson Jobim), un jurista respetado que ocupó el Ministerio de Defensa en sus gobiernos. Las elecciones anticipadas requieren la reforma de la Constitución, lo que es un proceso largo y complejo, que no sólo requiere mayorías calificadas reiteradas en las dos cámaras del Congreso, sino también la ratificación de las legislaturas estaduales.
Para Argentina el recrudecimiento de la crisis brasileña sin duda no es una buena noticia. Que la Argentina logre en junio pasar de "mercado de frontera" a "mercado emergente", como ha sucedido con Pakistán en mayo, es el hecho que permitirá medir cuánto ha afectado o no la crisis de Brasil al horizonte económico de nuestro país.