Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
Si tuviésemos que resumir en una palabra la sensación de los empresarios sobre lo que está sucediendo en la industria, no caben dudas de que el término sería incertidumbre. Y si miramos a futuro, esa palabra sería preocupación.
"La inflación nos está matando", dijo un bodeguero habitual asistente a los cafés de la Peatonal, quien agregó que "todo lo bueno que se hizo a principios de año, con los anuncios de eliminación de retenciones y fijar un dólar más realista, se ha ido diluyendo luego con los aumentos en los servicios y los combustibles. Para colmo de males -destacó- cada vez que se anuncia un nuevo aumento de la electricidad o de la nafta, se aclara que no sería el último del año, con lo que se pierde la previsibilidad".
El bodeguero, en un planteo en el que también coinciden los dirigentes de los sectores de toda la provincia, indicó que "la energía se disparó a precios brutales y una bodega que antes pagaba 40 mil pesos por mes ahora deberá erogar 160 mil pesos y otro tanto pasa con los combustibles, con el agravante de que por estar lejos de Buenos Aires y no tener un servicio ferroviario como corresponde, a las economías regionales se nos hace todo muy difícil".
Con relación al precio del vino, manifestó que "un tinto genérico que hace cinco meses pagábamos a 2,40 pesos, ahora está valiendo 7,50.
Entendemos la situación de los productores, pero resulta que nosotros no podemos trasladar esos costos al consumidor final, porque perderíamos mercados. Estamos al límite de la subsistencia", aseguró.
En ese mismo esquema, la fuente consultada aseguró que "estamos hablando de una parte de los costos, pero todavía queda el de los salarios. Debemos tener en cuenta que la mano de obra constituye casi el 70 por ciento del total de costos", expresó, indicando que "perdemos competitividad y, a nivel de costos, estamos en los más altos de América". Manifestó entonces que todo esto puede llegar a determinar un serio problema social.
"Las grandes empresas van a intentar mecanizar todo el sistema, tal cual lo dijo un empresario que visitó la provincia (Bulgheroni). Y tiene razón, porque debemos reducir costos para poder seguir siendo competitivos, tanto en el mercado interno como en el internacional. En el caso del mercado interno, en la lucha contra las bebidas sustitutas y en el externo, en la pelea con el resto de los países vitivinícolas".
A modo de ejemplo, destacó que la industria, con las medidas de principios de año, pensaba recuperar en las exportaciones la franja de precios que va de 20 a 35 dólares la caja (de 12 botellas) que es la base de la pirámide, pero que ahora se ha vuelto a perder. "Somos imprevisibles", dijo a modo de sentencia.
Las molestias también alcanzan al ministro de Agricultura y Ganadería de la Nación, Ricardo Buryaile, de quien dicen que vino a Mendoza durante la Fiesta de la Vendimia y se comprometió en el desayuno de la Coviar de mantener un contacto permanente con la industria.
"El tiempo ha pasado y no se ha mostrado interesado en la industria vitivinícola como sí lo ha hecho con la Pampa Húmeda", dijo un dirigente sectorial, quien destacó también que "se hablaba de 300 millones de pesos del Gobierno nacional para combatir la polilla de la vid y ahora se dice que serán sólo 60 millones; se dijo que el tema de los espumantes iba a salir por ley, pero resulta que volvió a surgir de un decreto que estira la situación hasta fin de año; no se sabe cómo va a seguir el tema de la Proviar II y no conseguimos una seguridad del Gobierno nacional respecto de la ley de uso de jugos naturales para la edulcoración de bebidas gaseosas. En este último aspecto, hay un proyecto del diputado nacional Luis Borsani que cuenta con el apoyo de los productores del Alto Valle del Río Negro, pero nos hemos visto sorprendidos porque en la discusión en comisiones de la Cámara baja, el que se opuso fue Axel Kicillof, lo que demuestra que el acercamiento del kirchnerismo con algunas fábricas de gaseosas era concreto. Tenemos que trabajar para revertir la tendencia, de lo contrario vamos a seguir viendo cómo se favorece sólo a la Pampa Húmeda", dijo muy molesto el dirigente.
Un párrafo más para la situación actual y pasa por las tasas de interés. Se indicó en este aspecto que las distribuidoras han priorizado "comprar lo justo y necesario", ya que si cuentan con un fondo de dinero suficiente, les conviene más ponerlo a interés y demorar la compra. "Es un tema también inquietante", destacó la fuente.
Francia y Chile
El tema de la cosecha sigue dando que hablar. Se indica que los números finales en la Argentina dan 6 millones de quintales para San Juan, una cifra similar a la de años anteriores, pero para Mendoza apenas llegará a los 10 millones de quintales, siendo que en 2015 fue de 16 millones.
Pero no sólo Mendoza fue afectada por los fenómenos climáticos. Informaciones procedentes de Francia indican que una serie de heladas importantes están afectando a extensas zonas de ese país, especialmente en Chablis, donde los productores se han visto en la necesidad de recurrir a "hogueras" (quemadores) para paliar el frío, en un momento en que las cepas están en plena brotación.
En Chile el problema se presentó con las lluvias. Informaciones procedentes del vecino país destacan que hubo un febrero fresco y un marzo húmedo, que provocaron que hubiese un retraso de 10 días en la maduración de las uvas. Sin embargo, a mediados de abril cayeron 150 milímetros de lluvia en solo dos días y poco después volvieron a caer 70 milímetros más.
Dicen entonces que las lluvias provocaron que este año se llegue a los 900 millones de litros, 380 millones menos que el año pasado. Según los productores, quedaron unos 300 millones de kilos sin cosechar, en todos los casos de uvas tintas, por el estado de los racimos, las que habrían sido destinadas a mosto. "En Chile se entiende que muchos productores no van a tener capital para pagar las podas invernales e iniciar el nuevo año productivo", dice una publicación del vecino país.