Nos hemos ocupado en esta columna de señalar algunos interrogantes que plantea la inminente asunción de Donald Trump como presidente de los EEUU. A pocos días de iniciado el año y a las puertas de asumir el gobierno, resulta de interés repasar las incertidumbres que se ciernen sobre el mundo. No sólo por lo que puede ocurrir en el país del norte sino en otros, sobre todo en Europa. Quizá estemos a las puertas de un giro económico y geopolítico de magnitud insospechada.
El presidente electo de EEUU se ha rodeado de un equipo cuyas ideas y personalidades se corresponden plenamente con las propuestas y amenazas realizadas durante la campaña electoral, y confirmadas luego de la elección. Predominan directivos de grandes empresas y militares alineados con la línea dura que propone Trump sobre asuntos básicos de gobierno. Nacionalismo, proteccionismo económico, antiinmigración; el mundo que propone es la vuelta a un presunto pasado feliz, que se llevaron los vientos de la globalización, la aceleración de los cambios tecnológicos, los tratados de libre comercio, de libre circulación de bienes, capitales y personas; un tipo de pensamiento reaccionario.
A nuestro país le interesa primordialmente qué ocurrirá con la política comercial de EEUU, si efectivamente revisará o anulará los tratados de libre comercio, aplicará medidas fuertes de proteccionismo... cuál será su alcance. En este tema de comercio internacional, lamentablemente nuestro país ha quedado mal posicionado. La torpe política kirchnerista de aislamiento y de aliarse con los peores nos ha dejado mal ubicados para el cambio que puede ocurrir. Un ejemplo sencillo, mientras Chile tiene tratados de libre comercio con más de cincuenta países que representan 90% del PBI mundial, nosotros tenemos unos pocos que no llegan a 10%. De aplicarse la política proteccionista propuesta por Trump será difícil avanzar en acuerdos de libre comercio. Paradójicamente es probable, en este escenario, que China tome el rol de defensora y propulsora del libre comercio y acentúe la dependencia de nuestro intercambio con el gigante asiático.
En el comercio internacional las medidas proteccionistas siempre implican reacciones, represalias; las “guerras comerciales” no son novedad en la historia.
En la Unión Europea, tanto en el orden económico como político, se advierte una preocupante fragilidad. Los referendos que provocaron la salida del Reino Unido de la Unión y la caída del primer ministro Renzi en Italia presagian también una ola de populismo nacionalista.
Siempre con recetas sencillas, fáciles y atractivas para problemas complejos, difíciles, que a veces no las tienen. En este sentido, 2017 no será para nada “aburrido”, hay elecciones clave en tres países. En marzo hay elecciones generales en Holanda, donde podría ganar el “Partido por la Libertad”, nacionalista, antiislámico, antiinmigración y proclive a abandonar la UE. En Francia en abril se realiza la primera vuelta y en mayo la segunda de la elección presidencial, el “Frente Nacional” de con Marine Le Pen tiene posibilidades de ganar. Su posición es nacionalista, antieuropea, antiinmigración, su contrincante de centro derecha es F. Fillon, ex primer ministro. En octubre hay elecciones federales en Alemania, Merkel se presenta por un cuarto mandato, debilitada por el problema inmigratorio y los atentados terroristas. Además en marzo próximo GB debe formalizar su decisión de salir de la Unión y comenzará un largo y complejo proceso de negociaciones.
La realidad de Occidente es que la ola nacionalista, proteccionista, xenófoba en algunos casos, reaccionaria, siempre se expande. Son tiempos de incertidumbre y de riesgos. Es de esperar que prime la sensatez de los líderes del mundo.