No hay caso. Los hinchas del fútbol argentino no escarmientan más y muchos de ellos, culpables o inocentes, no terminan de entender el por qué de la decisión de que se juegue sin público visitante. Pero la respuesta se cae de maduro y, con actitudes violentas, nuestros simpatizantes no hacen otra cosa que darle la razón a los organismos de seguridad y a la AFA.
Por eso la determinación de que los estadios sigan luciendo gente propia en cada partido de nuestro deporte rey parece ser la normativa más acertada para una disciplina que se cobró un precio muy alto en lo que va del año. Es que en este 2013 que está a punto de expirar más de siete personas perdieron la vida en diversos episodios vinculados con la violencia, algo que ya es moneda corriente a lo largo y a lo ancho del territorio nacional.
Y ese primer párrafo también se sustenta en los graves incidentes que provocaron algunos "simpatizantes" del Xeneize durante el festejo del llamado "Día Mundial del hincha de Boca", o en ese seguidor del equipo que conduce Carlos Bianchi que perdió su vida cuando regresaba a su domicilio y que justo pasó por donde gran parte de la parcialidad de Lanús -reciente campeón de la Copa Sudamericana- realizaba su largo festejos. Entonces llegó el momento de parar la pelota nuevamente.
De que propios y extraños entiendan de una vez por todas que los violentos no pueden estar más, porque realmente sería muy feo que nuestras canchas deban lucir vacías para que todos estemos tranquilos.
Para el próximo año, Daniel Angelici, ya avisó que será el club que él preside quien se encargará de organizar la celebración por un nuevo "Día Mundial del Hincha de Boca".
Y es una medida para aplaudir a pesar de que en otrora la propia dirigencia del Xeneize se mostró en contra de fiscalizar tal "festejo". Pero no es para menos. Cuando todo debía ser una fiesta, sucedió todo lo contrario, aunque no en todos los lugares.
Pero Angelici quiere cortar por lo sano y piensa que organizando Boca como institución podrán colaborar para que no existan más incidentes y que los festejos sean sin violencia, algo que pasó en 2012 y también en el corriente, que se va dejando muchos interrogantes de cara al futuro.
Es que si uno tiene en cuenta que en este 2013 ya se cobró casi una decena de vidas, el que se avecina no parece aún tener las soluciones correspondientes para evitar que se siga pagando tan alto precio por ver un partido de fútbol.
Y mientras desde el poder político y la dirigencia del fútbol se tiran la pelota, los violentos siguen ganando la pulseada y los "inocentes" se quedan con las ganas de poder estar domingo a domingo, o cuando juegue su equipo, alentando en reducto ajeno.
En síntesis, una locura total. Habrá que entender que el dolor no es sinónimo de pasión, o de los intereses, los cuales son los que muchas veces llevan a los violentos a mostrar su peor cara para poder sacarle provecho a sus necesidades de negocios.
Y es en este sentido donde la dirigencia del fútbol argentino en general debería tomar más cartas en el asunto.
Así como lo pretende hacer el presidente de Independiente de Avellaneda, Javier Cantero, que lucha para erradicar los barras de su club, quienes han provocado diferentes disturbios en lo que va del año y hasta irrumpieron en una Asamblea luego de que el Rojo se fuera al descenso.
Por los inadaptados, un año de puro dolor
Se termina 2013 que en lo futbolístico dejó poco y nada para el análisis. Lo que pasó afuera del rectángulo de juego volvió a dar la nota negativa dejando un saldo irreparable por las personas que fallecieron.
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