Estimados amigos del diario Los Andes. Soy un mendocino de 63 años. Vivo en San Miguel de Tucumán desde hace más de 21 años. Me vine a esta provincia por cuestiones laborales y siempre leo nuestro diario Los Andes para, de esa forma, estar más cerca de mis afectos y amigos.
Quería agregar a la necrológica del ingeniero Salem E. Nazar, al cual he tenido la oportunidad de conocer desde nuestra pasión por el Lobo del Parque y también como empresario.
Charlando, en una oportunidad en su empresa (en la década del ’80), me decía que la obra que más satisfacciones le daba, y a su vez más problemas, era la construcción del edificio central de la Fundación Favaloro (Avda. Belgrano 1746, Buenos Aires), puesto que le había producido un gran placer conocer al maravilloso médico y mejor persona que fue el doctor René Favaloro.
Señalaba que la clínica iba a ser una de las más importantes para nuestro país, pero a su vez llegaron a deberle más de un año de certificación, lo que hacía sacrificar devaluaciones de su inversión.
Por esto, y sin ser amigo del ingeniero Nazar sino un conocido circunstancial, me pareció oportuno dejar constancia de esto, que para mí es su mejor obra, más allá de lo familiar.
Un afectuoso saludo de un mendocino de ley, nacido en Tunuyán, y que conoce de punta a punta la provincia.