Finalmente, tal como se preveía desde el lunes pasado, el médico del Central Fernando Fernández (39) fue imputado por intentar matar a su pareja, la enfermera Rosana Sosa (37). Seguirá detenido y se espera que en las próximas horas sea enviado a un pabellón del hospital neuropsiquiátrico El Sauce.
Fernández escuchó ayer que está acusado de intento de femicidio, un delito que tiene una pena de 10 a 15 años por lo que no es excarcelable. A la imputación se la notificaron después de que sus colegas del Central -donde trabaja como jefe de residentes de la Unidad de Terapia Intensiva- consideraran que estaba en condiciones de comparecer ante la Justicia.
Igualmente, Fernández fue notificado de la imputación en una sala de la Unidad Coronaria, donde permanece internado por un cuadro de bradicardia (ritmo lento del corazón o baja frecuencia cardíaca).
Pese a este cuadro, los médicos clínicos confirmaron que ya está en condiciones de ser dado de alta, opinión no compartida por los psiquiatras, que solicitaron que su internación se mantenga. De hecho, durante esta jornada Fernández será evaluado por una psiquiatra del Central para evaluar su estado psicológico.
Lo más probable es que el hombre sea enviado al pabellón de internos que están detenidos en el hospital neuropsiquiátrico El Sauce. Aunque, también deberá enfrentarse a los profesionales del Cuerpo Médico Forense, cuya evaluación será clave para la causa.
Una vez que se le notificó el delito por el cual se lo imputaba, Fernández prefirió no declarar. "Ni se inmutó", dijeron fuentes que presenciaron el momento.
Por el momento permanecerá bajo arresto en el hospital, con una guardia policial permanente.
Sosa, enfermera del hospital Español, fue apuñalada cinco veces por Fernández en el departamento que compartían en un complejo habitacional en Balloffet y Estrada de Las Heras.
La agresión se dio en medio de una riña de pareja, hecho que sorprendió a los vecinos del edificio, quienes dijeron que no eran frecuentes las peleas entre ambos.
Tras el ataque, Fernández se fue de su casa con el cuchillo de cocina con que había herido a Sosa. Varios vecinos lo vieron salir con el arma blanca -de unos 15 centímetros de hoja, sin dientes y con mango de madera- en la mano.
Sosa fue auxiliada por habitantes del complejo. Mientras esto sucedía, Fernández subió a su auto, condujo y estacionó a dos cuadras del Central. Luego fue hasta su oficina. Allí le habló a sus colegas sobre lo que había hecho ("me mandé una cagada", confesó) y luego ingirió una buena cantidad de medicamentos en un posible intento por quitarse la vida. Esto explica la sedación en que estuvo sumido hasta ayer por la mañana.
Sosa fue llevada al Lagomaggiore, donde los médicos diagnosticaron que tenía cinco heridas graves: dos en el pecho, una en la espalda, otra cerca de la zona hepática y la última en la ingle. Tuvo fractura en una costilla, lasceración de hígado, lesiones en un pulmón y llegó al centro asistencial con un shock hipovolémico debido a la gran pérdida de sangre.
Su estado sigue siendo delicado, aunque ayer al mediodía salió del coma inducido al que había sido sometida. "Hace movimientos de cabeza ante preguntas de los médicos y presenta signos de conciencia relativos y parciales", dijeron oficialmente.
