La fiscal de Instrucción de Alvear imputó formalmente a Ramón Castro (39) por el asesinato de su esposa, Roxana Verónica Ferreyra (39), y se espera que sea trasladado al penal en San Rafael.
"Homicidio agravado por el vínculo en contexto de violencia de género (femicidio)" es la calificación de la causa que lleva adelante la fiscal Ivana Verdún.
El hecho que conmocionó a General Alvear ocurrió en la mañana del lunes en la zona de El Ceibo.
Violando una restricción de acercamiento que le había impuesto la Justicia, luego de haber atacado a martillazos a su esposa e hija el año pasado, Castro fue a buscarla, detuvo a Roxana cuando iba a trabajar, impactando su moto contra la de ella, y después la mató a sangre fría.
De acuerdo a las averiguaciones realizadas tras el hecho, Castro llevó a la mujer hacia un costado de calle C (entre 10 y 12), la apuñaló por la espalda, le provocó más heridas cerca del estómago y, por último, la degolló. Para concluir su obra macabra, arrojó el cuerpo a un desagüe y escapó corriendo.
El plazo para realizar la imputación de manera formal expiraba hoy a las ocho de la mañana. Sin embargo, la fiscal Verdún terminó procesando a Castro en la noche de ayer.
Si bien está la grabación de la llamada al 911 donde el hombre confesó el homicidio y además indicó dónde había intentado ocultar el cuerpo y su campera cubierta con la sangre de la víctima, la fiscal aguardó a reunir más evidencias. Entre ellas, el cuchillo que empleó Castro para cometer el crimen (la Policía lo encontró ayer por la mañana tirado en medio de un cañaveral) y también a tener en mano el resultado de los allanamientos que ordenó, de los cuales uno fue en la casa que alquilaba el supuesto femicida en Zamenhof y Libertad de Alvear.
Tras la imputación, Ramón Castro se negó a declarar y ahora en la Policía esperaban por la orden para trasladarlo del calabozo en la comisaría 46 de Bowen a otro, pero en la cárcel de San Rafael.
Se quiso suicidar
Después de matar brutalmente a Roxana Ferreyra, el femicida huyó a pie.
La Policía lo detuvo a unos 1.5000 metros del lugar del crimen (en callejón 12 y A). El hombre estaba arriba de un árbol y, si bien pensaron que solamente se estaba ocultado, después encontraron atado a una rama un alambre o cable acerado.
Ese elemento llevó a los investigadores a deducir que Castro tuvo la intención de suicidarse pero se arrepintió sobre la marcha y fue entonces que llamó al 911 y confesó.