Impulsar la tecnificación en el riego

Sólo 15% de la superficie cultivada está siendo regada por riego tecnificado, lo que obliga a que las autoridades incentiven esa metodología en épocas de crisis hídrica, como la actual.

Impulsar la tecnificación en el riego

Si bien es cierto que Mendoza tiene sólo 3% de su superficie cultivada, también es real que cuenta con un clima semidesértico, con escasas precipitaciones anuales que obligan a la utilización del agua de deshielos para cubrir las necesidades de consumo de la población y de riego agrícola.

Pero la situación se complica durante los períodos considerados “secos”, a lo que debe sumarse la Espada de Damocles que significa el calentamiento global, que anticipa la posibilidad de reducción de precipitaciones níveas durante el invierno y el retroceso de los glaciares.

En ese marco de situación, las autoridades han advertido que es necesario cuidar el agua, tanto por parte de la población en las áreas urbanas como en el campo para el riego. Una cruzada realmente difícil en razón de que, a pesar de las advertencias, en la provincia se ha perdido la cultura del cuidado del agua y es así que nos encontramos con que los mendocinos nos ubicamos entre las ciudades con mayor consumo en el mundo.

Contribuye a ello el hecho de que el agua potable no se paga por consumo sino por sector residencial, lo que provoca que la gente no tome conciencia de que lo que derrocha va en detrimento del resto de la provincia, esencialmente de la principal actividad económica, que es el agro.

Y en el caso de la zona rural, también nos encontramos con una situación que no se atiene a lo que advierten las autoridades respecto del futuro del agua. La gran mayoría de las hectáreas cultivadas son irrigadas a manto y sólo 15% de las mismas tienen riego tecnificado. El riego a manto no generaba problemas varias décadas atrás, cuando el agua que descendía de las montañas era suficiente.

Pero el crecimiento poblacional y el descenso de las precipitaciones níveas en alta montaña modificaron el esquema. Ahora es necesario cuidarla al máximo y el riego a manto no es el mejor sistema: de cada 10 litros de agua que llega desde la montaña, sólo 4 terminan en el cultivo. El resto va quedando en las filtraciones de cauces no revestidos.

Con un agravante: con la construcción de nuevos diques, como es el caso de Potrerillos, el agua que surge del mismo ya está “filtrada”, razón por la cual los canales no se revisten “naturalmente” y las aguas claras no sólo no llegan a las fincas sino que la filtración genera el ascenso de napas freáticas aguas abajo, secando fincas y produciendo daños económicos importantes.

En ese marco de situación, de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Nacional del Agua, 15% de las propiedades agrícolas cuenta con sistema tecnificado para la distribución de agua, que se realiza a través del goteo, especialmente en el caso de las vides y en algunas de frutales y de olivos y por aspersión, para las hortalizas y las pasturas.

Al decir de los profesionales del sector, el avance de ese tipo de distribución de agua se ha logrado en los últimos 15 años y se estima que puede seguir creciendo. Destacan en ese aspecto que cuando una plantación posee ese tipo de riego sufre menos la sequía.

Sin embargo, la ampliación del riego tecnificado se encuentra actualmente con un problema difícil de superar. Sucede que el costo para la instalación de ese tipo de tecnología es importante, mientras a los productores, con el valor de su producción apenas les alcanza para realizar las tareas culturales de poda o de plantación de nuevos cultivos en el caso de la horticultura y no pueden hacer frente ni siquiera al cambio de postes deteriorados o de alambrados en mal estado. Difícilmente entonces puedan acceder a instalar un sistema de riego por goteo o presurizado.

De todos modos, y de acuerdo con lo señalado por los funcionarios, a nivel provincial Mendoza cuenta con el Fondo para la Transformación y a nivel nacional a la Unidad para el Cambio Rural del Ministerio de Agricultura, que brindan subsidios a través de aportes no reembolsables para tecnificación de riego y aportes de financiamiento.

Es muy factible que de cambiar la situación económica y la rentabilidad del productor se incremente, se produzca una mayor inversión hacia el necesario riego tecnificado. Pero también es necesario que se realice una campaña para incentivar al productor a los efectos de que modifique la metodología de riego y paralelamente que se agilicen los trámites para que no sean demasiado burocráticos o exigentes, que suelen ser la traba que lleva a dejar de lado ese tipo de iniciativa.

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