Con la homologación del Segundo Juzgado de Procesos Concursales de Mendoza, el martes 3, del Acuerdo Preventivo Extrajudicial (APE) firmado por Impsa con un centenar de acreedores por su pasivo de más de u$s 1.200 millones, empezó a escribirse el capítulo final del traspaso del 65% de la centenaria multinacional.
Para cerrarlo, resta la emisión de bonos de deuda y la integración de dos fideicomisos, lo cual llevará al menos hasta fin de año según estiman en el seno de la compañía.
Así, Banco Nación, con una acreencia individual de u$s 33 millones y buena parte de otros u$s 78,7 millones compartida con el Bice, será el principal socio nacional de la familia Pescarmona.
Entre los más importantes extranjeros tanto el BID (u$s 164 millones), y el Export Development Canadá (u$s 66,2 millones) como el brasileño Bradesco (u$s 60 millones), tendrán al menos un representante sentado a la mesa del nuevo directorio de Impsa, sin contar fondos de inversión con cientos de pequeños bonistas detrás.
Los “boneholders” concentran, en conjunto, u$s 390 millones del pasivo total de Impsa. Son más de 100, entre reclamantes individuales y representados por fondos de inversión “arrastrados” por la decisión de la mayoría firmante (74%).
Cabe recordar que el APE había llegado en marzo a manos de la jueza Gloria Cortés, con la oferta de Pescarmona a los futuros acreedores-copropietarios, y la aceptación de más del 60% de los mismos, cuyas firmas adherentes terminaron de completarse dos meses después.
“La sociedad se notificó de la resolución que dispuso homologar el Acuerdo Preventivo Extrajudicial celebrado respecto de la deuda elegible y aceptado por los acreedores según las cartas de aceptación de la oferta y adhesiones acompañadas.
Eso hace que todo lo acordado tenga fuerza de ley y ya no pueda cambiarse. Falta que la compañía y los acreedores instrumenten todo lo acordado”, resumió Hernán Iglesias, responsable de Relaciones con el Mercado de Impsa.
Lo que sigue
Con todo, lo que resta para el desembarco de los socios puede llevar al menos dos meses de acuerdo a las estimaciones, dada una compleja ingeniería financiera pensada para regularizar deuda y traspaso de acciones.
Así, lo primero es emitir un nuevo bono que aglutine las distintas acreencias (ON, préstamos bancarios) por u$s 470 millones y desdoblado entre uno par y otro discount de acuerdo al privilegio de acceso de los acreedores por monto.
También, y fundamental, es la estructuración del paquete accionario. Será con el armado de dos fideicomisos: uno equivalente al 35% que conservará Pescarmona y su familia, y el restante por el 65% correspondiente a los acreedores (bancos y bonistas) y futuros dueños controlantes. El administrador o fideicomisario será el Bank of New York.
Según adelantó Iglesias, “los nuevos títulos internacionales están aprobados, sólo falta el empujón final. En definitiva, contando el total de la deuda, los acreedores tendrán una porción de bono de deuda, y otra como fideicomiso”.
Derecho de arrastre
Hacia adelante, las decisiones no serán tan discutidas. Es que las partes acordaron dentro del APE aplicar la figura del "drag-along" o derecho de arrastre, por el cual cualquier propuesta considerada beneficiosa para todos deberá acatarse.
En realidad, apunta a una futura venta. Pero es un concepto que ya se aplica como privilegio de los acreedores que firmaron la reestructuración por sobre los que no lo hicieron; es decir, el 74% de adherentes impone su voluntad frente al 26% que se mantuvo al margen.
De igual modo, el drag-along rige para el mandato de venta de Impsa. Así, durante los próximos 5 años, si aparece un inversor candidato los socios deberán evaluar vender “conjuntamente y proporcionalmente”, la propuesta.
Cambios en la estructura dirigencial
Enrique Pescamona ha sido protagonista en las gestiones. Al punto que habría propuesto a sus próximos socios el retorno de Juan Carlos Fernández, el ex CEO que lideró las negociaciones desde la caída en default en setiembre de 2014 hasta el principio de acuerdo a fines del año pasado, según fuentes consultadas por este medio.
Si bien Fernández es un hombre del riñón de Pescarmona (trabajó 38 años), también sería bien visto por los nuevos dueños, con quienes piloteó la reestructuración del pasivo. De ahí que, de acuerdo a su entorno, tendría asegurado su consentimiento y sólo falta oficializar su retorno, aunque desde otro lugar: como asesor externo de la compañía.