"Aún no me puedo creer lo que pasó", anunciaba la propietaria de una tienda de ropa de Arganda del Rey, municipio al Este de la Comunidad de Madrid, que resultó de los más afectados por la tormenta. Su negocio de ropa y regalos era un revoltijo de mercadería echada a perder, informó La Nación.
Y es que tras una fuerte tormenta que azotó la capital española, se pudo ver un escenario de autos apilados, calles cortadas, contenedores de basura que se desplazaron sin control, retrasos en el transporte, un barrial en el que se acumulan mercaderías de todo tipo echadas a perder.
Sin embargo, muchos madrileños creen que lo sucedido es una fuerte señal psicológica del fin de las vacaciones. A partir de la semana que viene la región -y buena parte del país- retoma la rutina habitual.
Vecinos y comerciantes sacaban palas de granizo de la vereda y junto con ellas, bolsos con mercadería que se arruinó. El torrente de agua acumulada en la calle y que no llegaba a desagotar por las bocas de tormenta entró de llenó en algunos locales.
Denominado "gota fría", muchos vecinos lo definieron como un auténtico tornado. La lluvia fue torrencial y los efectos más devastadores, bastante localizados: sobre todo, en la zonas sur y este de la comunidad.
A muchos automovilistas la caída de granizo y la intensa lluvia los sorprendió en plena ruta. Los limpiaparabrisas no daban abasto y la visibilidad bajó a pocos metros.
El gobierno disparó "alerta por riesgo importante" y se dirigió por las redes sociales a los vecinos para pedir "mucha prudencia" en los desplazamientos.