La importancia de una Escuela del Agua

Establecer una Escuela del Agua, de la que participe personal especializado del Departamento General de Irrigación y de otros organismos, al que se sumen directores de colegios y profesores, constituye un paso importante para recrear la necesaria cultura

La importancia de una Escuela del Agua

El calentamiento global, el derretimiento de los glaciares y las modificaciones que se producen en el clima, han determinado que el agua figure como prioridad a nivel mundial en un futuro cercano.

Y Mendoza no está exenta de esa problemática en razón de que, por una cuestión geográfica y por las escasas precipitaciones anuales, debe depender de los deshielos para obtener el agua no sólo para consumo humano, sino también para el riego agrícola.

En distintas oportunidades hemos insistido en la necesidad de conformar en la población una verdadera cultura del cuidado del agua y de la necesidad de modificar costumbres arraigadas tanto en el hombre de la ciudad (Mendoza se encuentra en los primeros lugares a nivel mundial en lo que hace a consumo de agua por habitante) como entre los productores, que continúan con técnicas de riego ya perimidas y que generan un consumo excesivo de agua para mantener sus cultivos.

Una situación que se multiplica en años como el actual, de los considerados “secos” por la escasa precipitación nívea en la cordillera y que se cierne como una espada de Damocles sobre la provincia.

Las advertencias se han multiplicado en los últimos tiempos, por lo que cabe recordar los datos aportados por las estaciones del sistema especial que mide el volumen de agua de los cauces, donde se señala que el pronóstico es “pobre” para los ríos Mendoza y Diamante; “moderadamente pobre” para el Tunuyán, pero es “crítico” para los restantes ríos. Tanto para el río Grande como para el Malargüe la calificación es preocupante, en razón de que se trata de un año seco y un verano más que complicado.

Todo ello encuadrado en una provincia que no realizó las tareas de impermeabilización necesarias en la red hídrica y que ahora se potencia como consecuencia del fenómeno llamado “de las aguas claras” que surge luego de la construcción del dique Potrerillos.

En ese marco es que cobra importancia la iniciativa impulsada por el Departamento General de Irrigación de crear una Escuela de Capacitación del Agua, de la que participan profesionales y personal especializado junto a los inspectores de cauces y los tomeros, a quienes se los capacita sobre el funcionamiento de la red hídrica, el recorrido del agua y cómo llega a las fincas.

El objetivo es extender la capacitación hacia la sociedad, en lo referido a la higiene, seguridad, normas legales y cursos on line, con la participación de más de 3 mil personas entre quienes se cuentan directores de escuela y profesores, a los efectos de que trasladen esos conocimientos a los establecimientos educacionales.

La iniciativa es interesante y debe continuar en el tiempo. Por de pronto, se indica que forma parte de un denominado Plan de Agua 2020, en el que se sumarán científicos del Ianiglia y especialistas de la UNCuyo, a los efectos de establecer las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de la red hídrica provincial.

En la medida en que quienes tienen a su cargo la responsabilidad del manejo del agua, tanto la potable como la de riego, conozcan en profundidad la problemática y en la decisión -ya adoptada- de que esa información llegue a la comunidad a través de las escuelas, se irá recuperando esa cultura del agua que Mendoza necesita.

Es una tarea a largo plazo y los resultados no serán inmediatos, pero el primer paso ha sido dado y debe permanecer en el tiempo.

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