La minúscula región del Valle de Aosta, en el noroeste de Italia, ha causado revuelo al negarse a acoger a 79 migrantes de entre los miles que desembarcan en el país cada día, aunque rechaza las acusaciones de “egoísmo”.
La región autónoma del Valle de Aosta, con las cimas nevadas del Mont-Blanc y sus pueblecitos de postal, parece estar a años luz de los dramáticos naufragios que han costado la vida a cerca de 1.770 personas este año en el Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Mientras que la mayor parte de las regiones italianas albergan a miles de solicitantes de asilo, en el pequeño valle francófono, de 128.000 habitantes, sólo residen 62 de los 80.000 refugiados repartidos por toda Italia.
El presidente de la región, Augusto Rollandin, fue objeto de fuertes críticas después de rechazar, a principios de mayo, la llegada de 79 nuevos migrantes que Roma pretendía enviarle, por no poder hacerlo, según dijo, “decentemente”.
Otros, en cambio, aplaudieron su iniciativa. En pleno auge de la extrema derecha xenófoba en Italia, la polémica ilustra el malestar de un país que no deja de reclamar más ayudas frente a un problema que le supera.
“No se trata únicamente de acoger (a los migrantes) y de meterlos en cualquier sitio”, explica Rollandin. “No se trata de una postura ideológica”.
“No es egoísmo, es una cuestión, creo yo, de acogerlos con dignidad”, agrega en su despacho en Aosta. Sin ofrecer más detalles Rollandin asegura que la región está trabajando para aumentar su capacidad de recepción de migrantes.
Con todo, Rollandin acogió positivamente el plan presentado el miércoles por la Comisión Europea y que prevé un sistema de repartición de demandantes de asilo entre los países.