La argentina sigue viviendo un proceso de alta inestabilidad política que se ha traducido en una crisis económica. La crisis, si bien fue detonada por la inestabilidad política, se dio en el marco de una economía débil que venía en un proceso de ajuste y recesión y, por ese motivo, cualquier elemento fuerte podía actuar como disparador de variables que en momentos, tomó velocidad de pánico.
La fuerte devaluación de la moneda, después del resultado de las PASO, generó problemas de todo tipo que llevaron al gobierno a tomar medidas preventivas para amortiguar los efectos sobre los alimentos (se suspendió el IVA a un grupo de productos incluidos en la canasta familiar) y se congelaron los valores de los servicios públicos.
Por otra parte, se estableció un régimen de excepción para los combustibles por 90 días, congelando el valor del crudo sobre la base de un dólar a $49,50. Además, se dispuso una serie de medidas que restringen la compra y transferencia de dólares al exterior y obliga a los exportadores a liquidar sus divisas en un tiempo determinado. La restricción cambiaria generó una serie de mecanismos marginales mientras, al principio, muchos ahorristas sacaban sus tenencias de los bancos. Pero las restricciones hicieron que se detuviera el proceso y se retomaran los depósitos.
La disparada del dólar se trasladó a los precios, aunque en Agosto solo se computó medio mes. No obstante, el IPC marcó un crecimiento del 4%, pero la sorpresa fue el impacto sobre los precios mayoristas. Ahí fue fuerte el impacto sobre bienes e insumos importados y alimentos, marcando una suba de 11,2%, lo que anticipa una traslación de precios a la esfera minoristas en los próximos meses. El deterioro de los salarios y la recesión pueden ser un freno en el traslado a ciertos productos que no son de primera necesidad.
Este cuadro augura un panorama poco favorable ya que la inflación es un flagelo que castiga seriamente a los asalariados y que el gobierno ha sabido administrar, ya que por sostener déficit como por los ajustes tarifarios. Con estos datos preliminares se proyecta una inflación anual cercana al 60%, aunque están apareciendo señales de los mercados internacionales que puede complicar mucho más el panorama.
Pero el miércoles aparecieron datos adicionales que aseguran que esa proyección podría superarse. Por una parte, el Banco Central decidió abandonar el congelamiento de la base monetaria y avanzó en una expansión del 2,5% para compensar la devaluación del peso, en la convicción que se podrá bajar la tasa de interés. Lo que las autoridades de BCRA no parecen advertir es que el peso se devalúa porque los argentinos huyen de él porque los gastos del Estado pulverizaron su valor. Con esto, le echan más leña al fuego.
También se conoció al decisión de la Reserva Federal de bajar otro 0,25% la tasa de referencia l que, en el mercado normal significará que queda bajar el dólar en el mundo y que haya flujos de capitales hacia mercados emergentes buscando mayores ganancias. Decimos “mercado normal” porque Argentina ha quedado fuera del mismo por la situación actual. Aunque hay activos argentinos muy baratos, sobre todo acciones privadas, no es muy factible que muchos inversores se animen, por ahora, a ingresar en nuestro mercado.
Donde pueden producirse novedades en el mercado de las materias primas. Cuando el dólar baja, en estos mercados se corrigen cotizaciones a la suba y podría impactar en los precios de los granos y, eventualmente, del petróleo.
El impacto del petróleo
La segunda decisión fue la descongelar el precio de los combustibles. El fin de semana se había producido un ataque terrorista hacia instalaciones petroleras de Arabia Saudita y eso producía una merma del 5% de la oferta mundial. Este hecho inesperado provocó una suba récord del precio del crudo, que el lunes creció un 14%, la más grande en un día después de la Guerra del Golfo, en 1991.
Este movimiento aceleró las quejas y recamos de las petroleras argentinas ya que este nuevo episodio agravaba el atraso tarifario, que estiman en un 35%. Ya se denunciaban faltantes de gasoil en estaciones de servicio sin banderas que se nutren de distintas refinerías que no querían vender por el perjuicio que el atraso les generaba. Ante esta situación, y a pesar que el precio de crudo había descendido, el gobierno decidió descongelar parcialmente el precio y autorizó un aumento del 4% al público.
Este incremento parecía inevitable ya que las petroleras estaban muy enojadas e, incluso, algunas habían suspendido operaciones en Vaca Muerta, además de las protestas de los gobernadores de las provincias petroleras por la pérdida de regalías. No obstante, este es otro elemento que se sumará al crecimiento de los índices de precios, que podría repetirse en los meses siguientes si el dólar se sigue deslizando o la inflación golpea sobre otros costos.
Esta semana, la mayoría de las novedades vinieron del frente externo. Lo de las tasas se esperaba ero lo del petróleo no estaba en los cálculos, sobre todo por las connotaciones violentas del ataque guerrillero. Pero la economía argentina está tan débil que se pueden esperar nuevas contorsiones ante pequeñas novedades.