Me siento a imaginar e imagino una Mendoza donde todas las personas puedan desarrollar su vida de manera íntegra, libre y plena, con oportunidades para hacerlo, y en armonía con nuestro entorno. Imagino también un país y un mundo donde existan las mismas oportunidades, y me digo, ¿por qué no? ¿Quién dice que no podemos hacer de Mendoza un faro, un motor inspirador para otros lugares del país, para otros lugares del mundo? ¿Por qué no, si nos late un corazón, un fuego, una esperanza?
Yo soy mendocino por adopción, pero ya hace más de once años que vivo aquí, lo que ha sido el tercio más rico e importante de mi vida. La provincia me recibió, contribuyó a completar mi formación (hice en la UNCuyo una maestría en Viticultura y Enología), y me abrió las puertas para que tomara mis herramientas y construyera mi propio camino. Yo en Mendoza tuve oportunidades para desarrollar mi vida íntegramente, libremente, plenamente; ¿por qué no lograr que todos las tengan? Podemos hacerlo, ¿cuándo?, mañana mismo. Sí, mañana mismo. Ni elecciones, ni leyes, ni conquistas; sólo ímpetu, sólo convicción, sólo alma. Mañana mismo.
Di mis primeros pasos trabajando junto a pequeñas bodegas y luego junto a excelentes profesionales en una Cámara empresaria conocida. Todo ello me abrió muchas puertas y me brindó más herramientas para construir mi camino; y hacia él fui. Hace algunos años (ya más de un lustro), fundé Vinos De Luz, un emprendimiento con el que producimos vinos buscando generar impacto social y ambiental positivo, con acciones de desarrollo e inclusión en la cadena de producción y generando fondos para potenciar programas de ONGs de todo el país. Allí fue mi compromiso, allí latía mi corazón, allí estaba y está mi ímpetu, mi convicción, mi alma. Pero no en querer hacer crecer mi propio proyecto sino en tratar de hacer crecer esa convicción, en contagiarla, en buscar que muchos otros se enamoren de ese camino de la construcción de ese lugar que uno sueña. Habrá otros que tendrán mejores ideas y más capacidad, sin dudas que sí. Pero es fundamental generar corriente, cada uno con sus ideas, cada uno con sus capacidades. ¡Tenemos que lograr que las oportunidades les lleguen a todos! Necesitamos una masa crítica de gente trabajando por ello; con intentos aislados no vamos a lograrlo.
Un día me pregunté, ¿cuál es el propósito de mi vida? ¿Cuál es el propósito de lo que hago desde que me levanto hasta que cae la tarde, ese largo tiempo que llamamos horario de trabajo? ¿Por qué no buscar que el propósito de mi vida esté alineado con el propósito que tiene eso que hago durante esas 8 ó 10 horas centrales de cada día? Alinear eso es en parte lograr plenitud.
Mi propósito: contribuir a hacer de este planeta un sitio más lógico donde las oportunidades lleguen a todos.
Creo que es una buena reflexión ésa de cuestionarnos nuestro propósito y el propósito de lo que hacemos en nuestro trabajo; sea en una empresa, sea en el Estado, sea en una institución. Y si los seres humanos nos asociamos con un fin común, si nos embarcamos en una empresa, que ésta tenga propósito, porque si no tiene propósito no tendrá sentido. Que un grupo de personas se asocien para generar lucro, no es un propósito, es una cáscara vacía; al menos eso pienso. Creo que las personas nos tenemos que asociar con fines positivos. Cada uno puede tener su propia idea sobre qué significa positivo en una sociedad. Yo entiendo positivo por educación, cultura, naturaleza, paz, armonía, compañerismo, inclusión, hermandad, libertad, diversidad, unión.
Que nuestras organizaciones busquen eso. ¿Cuáles? Todas.
El Estado, las universidades, las empresas, las microempresas, los clubes, las asociaciones civiles. Todas. Todos podemos fijarnos esos objetivos.
Cuándo? Mañana.
Entonces, lo habremos logrado.