Terremotos consecutivos de magnitud 7,0 y 5,7 sacudieron el viernes por la mañana la ciudad más grande de Alaska, removiendo construcciones y deformando carreteras, lo que provocó que los habitantes de la isla de Kodiak huyeran a terrenos elevados en previsión de un tsunami.
La alerta de tsunami fue levantada poco tiempo después sin incidentes. No hubo reportes de muertes ni heridos graves.
El Servicio Geológico de Estados Unidos afirmó que el epicentro del primer terremoto, el más poderoso, se registró unos 12 kilómetros (7 millas) al norte de Anchorage, la ciudad más grande del estado con unos 300.000 habitantes. Mucha gente huyó de sus oficinas o se escondió debajo de los escritorios.
Un gran tramo de una autopista cercana al aeropuerto de la ciudad se desplomó, dejando varado a un automóvil en una estrecha isla de pavimento rodeada de profundas grietas en el concreto.
Las sacudidas destrozaron ventanales, abrieron grietas en un edificio de dos pisos en el centro de Anchorage, interrumpieron el servicio eléctrico e inhabilitaron los semáforos, causando problemas con el tránsito.
Todos los vuelos en el aeropuerto fueron suspendidos luego que el sismo cortó el servicio telefónico y obligó a evacuar la torre de control.
Las clases en los colegios fueron canceladas en Anchorage y se les pidió a los padres que recogieran a sus hijos mientras las autoridades examinaban las escuelas en busca de fugas de gas y otros daños.
La gente regresó a los edificios tras el primer terremoto, pero unos cinco minutos más tarde una réplica de 5,7 los hizo salir de nuevo a las calles. Posteriormente se registraron una serie de réplicas más débiles.
Michael Burgy, técnico del Centro Nacional de Alertas de Tsunami en Palmer, Alaska, dijo que la alerta se emitió automáticamente basándose en la magnitud del sismo y su proximidad a la costa. Los científicos monitorearon las mediciones para determinar si el terremoto generó olas de mayor tamaño. Como no hubo ninguna, cancelaron el alerta.