“Sin hacer mucho ruido, el argentino Ignacio Ariel Gili ha logrado subir por primera vez al podio de la Titán con una actuación muy regular y sin errores”, explicaba escueto -en su edición del 5 de mayo- el periódico español Mundo Deportivo.
La prensa del viejo mundo no dudó en destacar la labor del alvearense, porque en su tercera participación, en la extenuante prueba en el Sahara marroquí, conquistó el tercer puesto en la clasificación general y se alzó con la segunda plaza de la división Master, escoltando al catalán Josep Betalú (Doctore-BMC) campeón del raid.
El “Chueco”, un personaje vigente entre los amantes del ciclismo, integró un pelotón formado por 460 pedalistas. No solo como corredor, sino también como técnico e instructor de Martín Sorice (32°, en la general), Richard Baron (138°) y Alberto Ferrazan (240°), que se aventuraron -por primera vez- al rigor de las dunas durante 6 etapas.
Más Deportes dialogó vía web con el bicampeón de la Vuelta de Mendoza (2007 y 2008), el "Chueco" Gili habló sobre como diagramó su preparación y sobre las expectativas que cumplió en esta edición de la prueba conocida internacionalmente como el "Dakar" del mountain bike.
“En la Titan Desert todo salió como yo quería, como se había planificado durante tantos meses, esperaba lograr un puesto entre los cinco mejores corredores y terminé subiendo al podio de la clasificación general. Fue un trabajo en silencio a largo plazo; la preparación la comencé en octubre con secciones en bicicleta y rutinas de gimnasio”, explicó Gili; quien tras la experiencia de 2016 había dudado de volver a Marruecos.
“En enero estuve casi un mes completo en Malargüe, después corrí la Vuelta de Mendoza para tomar ritmo de competencia. Después me fui a Las Leñas, me levantaba las 5.30 y salía a pedalear. Metí un promedio diario de casi 110 kilómetros; seis horas sobre la bicicleta todos los días”, detalló Gili.
Grandes esperanzas
“Viaje a África con muchas esperanzas, porque la preparación fue muy buena, creo que excelente. Porque corrí la Vuelta a Mendoza - en ruta-, me fui a hacer altura al sur, corrí las Altas Cumbres y me sentí muy bien enfrentando a los elite, después hice la Vuelta a Alvear -ruta-, Aimogasta y la Vuelta a Mendoza mountain bike; todas estas competencias fueron buenas para mí porque me ayudaron a tomar ritmo porque la Titan es una carrera muy exigente”, detalló el popular “Chueco”.
Con la experiencia de haber corrido tres ediciones, el mendocino habló sobre el rigor de la recorrido: “Las etapas estas diseñadas por circuitos arenosos, hay que llevar las cubiertas bastante desinflada y el factor suerte es muy importante, sobre la etapa de navegación pura, que este año fue el cuarto parcial. La suerte en los últimos dos años no nos había acompañado demasiado, pero este año tanto esfuerzo valió la pena. Se sufre y hay que correr con la cabeza fría, sobre todo en las dunas” explicó el hombre que llevaba una carga extra de 2 litros de agua en su camel bag.
En la página oficial de su escuela de ciclismo había publicado algunas palabras, previas al retiro marroquí, un poema a modo de mensaje:
“Si vas a intentarlo/ve hasta el final./No existe una sensación igual./Estarás sólo con los dioses/ y las noches arderán en llamas./ Hazlo, hazlo, hazlo...”.
La mítica llegada a Maadid será para Ignacio Gili un momento inolvidable, porque sobreponiéndose al sufrimiento completó la Titan Desert, el raid por la arena que le permitió, como en el poema, estar “sólo con los dioses”.
Ficha personal
Ignacio Ariel Gili
Edad: 45 años
Estado Civil: Casado con Laura Benítez; tiene dos hijos: Juan Ignacio y Brisa.
Logros deportivos: campeón de la Vuelta Juvenil de Mendoza, tricampeón argentino de mountain bike, participación en el Campeonato Panamericano de Mountain Bike, segundo en el Prepanamericano de cross country, ganador de la Río Pinto, representante en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, ganador de la Vuelta del Este y ganador en dos ocasiones (2007 y 2008).
