Ideas alocadas: ¿Qué mató a los dinosaurios?

Desde el siglo XIX hasta el presente, el debate sobre qué borró de la faz de la Tierra a los “gigantescos lagartos” ha generado una diversidad de teorías. Recientes excavaciones e investigaciones en el golfo de México podrían explicarlo y darnos a conocer

Ideas alocadas: ¿Qué mató a los dinosaurios?

A principios de mes, un equipo internacional empezó a perforar en una vasta cicatriz de la superficie de la Tierra, en la costa del golfo de México. La enorme marca, de un ancho de 177 kilómetros, fue creada cuando un trozo de roca espacial chocó contra el planeta hace aproximadamente 66 millones de años.

El impacto cósmico ni siquiera figura entre los cinco más grandes de la historia de la Tierra pero ocupa un lugar especial en nuestra imaginación. Esto es porque el lugar, conocido como cráter de Chicxulub, fue la zona cero de la extinción masiva que puso fin a la era de los dinosaurios.

Aunque el gigantesco impacto es el arma más probable en este caso de la antigüedad, sabemos sorprendentemente poco sobre cómo se tradujo en muerte y destrucción generalizada. Los paleontólogos han debatido aspectos de las secuelas ecológicas del impacto, desde incendios abrasadores hasta una impenetrable nube de escombros en la atmósfera.

Pero aún sigue siendo tema de debate qué pasó exactamente y en qué forma dichos impactos ambientales habrían matado a algunas especies y perdonado a otras.

Eso es parte de lo que espera identificar el equipo de perforación del cráter, y es apenas el último esfuerzo de una larga historia de investigación que intenta entender qué les pasó a los “terribles lagartos” del mundo.

Desde cataratas hasta orugas

Cuando los primeros fósiles de dinosaurios fueron descritos a principios del siglo XIX, los paleontólogos simplemente los vieron como otro grupo de animales que se perdieron lentamente en el tiempo. Especies evolucionaron y se extinguieron conforme la vida se reorganizó durante las eras.

Sin embargo, para la década de 1920 habían aparecido tantos fósiles que los científicos empezaron a preguntarse cómo fue que tantos de estos animales desaparecieron tan completamente. De acuerdo con Michael Benton, paleontólogo de la Universidad de Bristol, la literatura científica de ese entonces registró un aumento drástico en el número de investigaciones publicadas que proponían teorías sobre la muerte de los dinosaurios.

No es que el interés haya sido completamente sólido en términos académicos. Fue una época de auge para conjeturas alocadas sobre la catástrofe, y aparentemente cualquiera que tuviera una idea loca sobre lo que mató a los dinosaurios la soltaba. Las primeras ideas incluyeron el concepto de que los dinosaurios dedicaron demasiada energía corporal a hacerse grandes y con púas, y esto los hizo incapaces de adaptarse a cambios climáticos y otras alteraciones en el ambiente global. Otros pensaban que los dinosaurios y otras especies fósiles tenían una vida predeterminada, con cierto tipo de “senescencia racial” que los hizo salir del escenario evolutivo en el momento designado.

Las ideas inverosímiles no pararon ahí. Todo estaba implicado: hernias discales, hormonas descontroladas, bajo deseo sexual, enfermedades, cataratas e incluso simple estupidez.

En 1962, un entomólogo incluso sugirió que la antigua Tierra fue invadida por orugas, y que los insectos se comieron tanta vida vegetal que no quedó nada para los dinosaurios. El resultante accidente ecológico fue de mariposas revoloteando sobre cuerpos de triceratops muertos de hambre. Nada importa la forma en que las orugas habrían llevado a la extinción  a especies del cielo y de los mares.

Metal espacial

No obstante, el misterio no solo giraba en torno de los dinosaurios. Para la década de 1970, los paleontólogos podían ver que un verdadero evento misterioso había afectado a gran parte de la vida de la Tierra. Una estimación dice que las fatalidades ascendieron a 75 por ciento de las especies fósiles conocidas, desde la pérdida total de los pterosaurios de los cielos hasta el final de los amonites marinas con concha en espiral. Este período también fue marcado por severas reducciones en el número de aves antiguas, lagartijas y mamíferos.
Pero incluso con la creciente evidencia, nadie tenía una idea sólida y seria sobre lo que causó el trastorno.

Después, en 1980, el geólogo Walter Álvarez y sus colegas propusieron algo drásticamente diferente. La capa de roca que marca el final del período Cretáceo era rica en iridio, un metal raro en la corteza de la Tierra pero más común en meteoritos y asteroides. ¿Los dinosaurios y otras formas de vida podrían haber muerto a consecuencia de un impacto del espacio?

Aunque el concepto generó años de debate, con el tiempo se ha convertido en la teoría favorita sobre la caída de los dinosaurios. El descubrimiento en 1991 del cráter de Chicxulub frente a la península de Yucatán, en México, fue la prueba decisiva. Las investigaciones que se han realizado desde entonces solo han implicado más al antiguo asteroide. En 2010, un grupo de 41 investigadores publicó un documento de posición en la revista Science afirmando que el impacto fue el factor más importante para inclinar al mundo hacia su quinta extinción masiva.

En busca de disparadores

No es que el debate haya cesado. Incluso ahora, un puñado de expertos prefiere la idea de que erupciones volcánicas masivas en India, cambios en el nivel del mar y otras causas fueron más importantes para el evento de extinción. Y eso sin hablar de las discusiones actuales sobre los propios dinosaurios.

Tan solo esta semana, Benton y sus colegas publicaron su apoyo a la noción de que los dinosaurios ya estaban en caída durante los últimos 24 millones de años previos al impacto, haciéndolos especialmente vulnerables e incapaces de rebotar. Esto contradice investigaciones previas que encontraron que a los dinosaurios les estaba yendo perfectamente bien hasta el día del impacto, indicando que resta mucho por saber sobre qué causó la desaparición de todos los dinosaurios, excepto las aves.

Para ayudar a llevar más resolución al momento apocalíptico de los dinosaurios, el nuevo proyecto de perforación apunta a sacar núcleos de varios niveles del cráter de aquí a junio. Además de aportar nuevos detalles geológicos sobre cómo se forman los cráteres de impacto, los investigadores esperan reunir información sobre los disparadores de cambios ambientales drásticos, además de información sobre cómo se recuperó la vida una vez que pasó lo peor. El cráter de Chicxulub encierra secretos de muerte, sin lugar a dudas, pero quizás también nos haga valorar desde un ángulo nuevo la capacidad de recuperación de la vida.

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