La idea de trasladar al oso Arturo a Canadá
, el único ejemplar de oso polar que queda vivo en Argentina,
llegó tarde
. Desde el Zoológico local y desde distintas organizaciones defensoras de los animales concordaron que hubiera sido la mejor opción, pero su avanzada edad pone en peligro su vida ante un viaje tan largo.
Luego de que trascendiera el planteo y las gestiones por parte de dos mendocinas para concretar
el periplo de Arturo a un centro especializado en el país del norte
, las autoridades locales concluyeron que el riesgo es muy alto.
“La decisión está tomada y es que el oso no se va de Mendoza. Arturo tiene casi 29 años, ya ha superado la edad promedio de vida de los animales de su especie que no viven en cautiverio, que es de 25 años, y someterlo a esta altura a los estudios previos que se requieren para ver si puede soportar un viaje entraña un verdadero peligro”, fue la explicación que Guido Loza, director del Zoo mendocino, dio a
Los Andes
.
En la misma sintonía habló Jennifer Ibarra, que desde la Fundación Cullunche, se ha convertido en una voz autorizada en la provincia.
“Hubiera estado buenísimo 10 años atrás. El solo hecho de hacerle un examen es un hecho de stress”, comentó Ibarra y agregó un agravante en este caso es que el oso no fue no sacado de un medio silvestre (NdlR.: llegó como cachorro desde Alemania).
“Si hoy por hoy vas a pensar en liberarlo es imposible”, concluyó la titular de Cullunche.
Conmovidas por el estado en el que se encuentra el oso en el zoo enclavado en el Parque General San Martín, Adriana Montagno desde nuestra provincia y María Fernanda Arentsen, que reside en Canadá, se contactaron con el
Centro Internacional de Conservación de Osos Polares (IPBCC por sus siglas en inglés).
Tras varias gestiones y obtuvieron la respuesta de su director, Tim Sinclair Smith, quien se contactó con la dirección de Parques y Zoológicos de Mendoza para comunicar su intención de recibir a Arturo y hacerse cargo de los costos del traslado.
Con la ayuda de la organización Ecológicos Unidos, las mendocinas Montagno y Arentsen lograron poner todo a disposición para que el oso pasara su vejez en un medio más adecuado que una jaula. Sin embargo, la determinación de no trasladar a Arturo fue tomada esta mañana tras un cónclave varios especialistas del zoológico local.
“Nosotros le vamos a comunicar esta resolución a Tim Sinclair Smith el lunes. Así se lo hice saber en una conversación telefónica y por mail que mantuve con él”, detalló Loza, quien se refirió al caso como un hecho con el que suelen convivir, ya que siempre reciben pedidos de este tipo de muchas partes del país y del mundo.
“No sólo para casos de traslados, sino también para hacer canjes o encarar reproducciones de las especies. Cuando esto ocurre se hacen varias consultas, ya que estamos hablando de animales que son patrimonio provincial”.
Aburrido
Arturo es el único ejemplar de su especie en tierra argentina. Su compañera en el zoo local, Pelusa, murió en mayo de 2012, mientras que Winner, el oso polar del zoo de Buenas Aires, dejó de existir en diciembre del año pasado, envuelto en rumores de que el deceso fue por las malas condiciones en las que estaba para estas latitudes.
La condición de ser “único” puso en debate la posibilidad es que ejemplares de su especie subsistan encerrados, lejos de su hábitat natural. Debate que tanto Cullunche como la Red Animalista (ONG defensora de los derechos de los animales) profundizan proponiendo el cierre gradual de los zoológicos.
‘Nuestro oso’ padece una patología llamada zoocosis, que lo lleva a repetir una serie de movimientos a lo largo del día. Esto significa que está aburrido, su confinamiento a una jaula, más allá de que fue reformada, ampliada y climatizada con aire acondicionado, lo hace “padecer” el encierro.
Loza tiene presente estas críticas y es conciente de las consecuencias de la vida en cautiverio y, si bien no está de acuerdo con el cierre del Zoo, sostuvo que evalúan cambios.
“La última semana de abril vamos a tener una reunión con la comunidad científica que luego va a ser parte del Consejo Asesor del Zoológico para empezar a delinear un plan estratégico para los próximos 20 años. La idea es que no tengamos que vivir siempre en la coyuntura, sino que podamos ampliar nuestro horizonte y marcar qué es lo mejor para mejorar la calidad de vida de las especies. Quizá si esto se hubiera hecho antes, entonces no estaríamos hablando del oso Arturo ahora”, explicó el directivo en contacto con este diario.