Mats Hummels fue uno de los más buscados para firmar autógrafos cuando la selección alemana llegó a Río de Janeiro. El defensor se destapó como una de las estrellas del Mundial y hoy buscará la consagración definitiva.
“No tengo palabras para hablar de este Mundial”, explicó sobre la marcha de Alemania hasta el estadio Maracaná. “Aún nos quedan 90 minutos, tal vez 120. Y podemos lograr lo más grande en la carrera de un futbolista. No me atrevo siquiera a pensar en ese momento”.
A sus 25 años, el defensor del Borussia Dortmund lleva dos goles en Brasil -a Portugal y a Francia, los dos de cabeza- y se convirtió en una pieza central del dominio alemán en ambas áreas, lo que le valió ser incluido por la FIFA entre los candidatos a mejor jugador del Mundial.
"¿Quién habría pensado que este Mundial saldría tan bien para todos nosotros y para mí? Todo sigue siendo un tanto difícil de asimilar", admitió.
Y es que el central de 1,92 metros no tuvo una carrera fácil en la selección. El técnico Joachim Löw no terminaba de mostrarse convencido con el juego de pelotazos largos que Hummels practicaba en el Dortmund y su temporada con el club no fue la mejor. Pero esos tiempos quedaron atrás. Ahora, el DT lo elogia a cada paso.
“Todos tenemos experiencia suficiente como para saber que se puede hacer un buen partido, pero que eso no significa nada para el siguiente”, advirtió Hummels.
El defensor no quiso hablar tampoco de favoritismos. “No creo que seamos los grandes favoritos, porque el rival es uno de los mejores equipos del mundo”
Hummels, que llega ya recuperado de un tendinitis en la rodilla, es una de las claves en la recuperación del poderío alemán en jugadas preparadas a pelotas parada. Sus cuatro goles con la selección fueron de cabeza.
Hoy podría ser el arma que decida una final del Mundial y dé a Alemania su cuarta copa del Mundo. Pero a Hummels le da igual su papel: lo que quiere es la victoria. “Ninguno de nosotros saldrá a jugar con miedo”, prometió. “Y soy muy optimista en que lo lograremos”.