Hugo Pastor Corro, un campeón siempre presente

Hace dos días se cumplieron 38 años del título conquistado por el Itaka y aquí lo recuerdan sus afectos.

Hugo Pastor Corro, un campeón  siempre presente

La imagen de Hugo Pastor Corro tomando unos mates en el viejo gimnasio Luis Ángel Firpo, de Salta y Corrientes, parece sacudir la memoria de ciertos días otoñales. Esos que siempre vuelven a encontrarse con aquellos días de gloria de quien fuera campeón mundial mediano de la Asociación y Consejo Mundial de Boxeo (AMB y CMB), tras derrotar al colombiano, Rodrigo Valdez, en 15 rounds, el 22 de abril de 1978, en San Remo.
Ya se cumplieron 38 años.

El Itaka, el memorable Itaka, fue uno de los exquisitos del boxeo mendocino de todos los tiempos y de la mano de Diego “Corrientes” Rodríguez pasó a enmarcar el historial de ilustres del pugilismo nacional.

Para lo que exigía la época, tuvo una carrera velocísima en la que había que abrirse paso con un puño pesado o calidad. Él fue un combo perfecto: estilo, calidad y pegada.

Debutó como profesional a los 20 y a los 23 años ya era campeón mundial. Todo fue rápido en la vida de un personaje que siempre le escapó a las marquesinas de la ciudad porteña, donde seducía con su boxeo, porque prefería, al igual que la tonada, el Valle de Uco y su desnudez. 
Ha pasado el tiempo y el recuerdo está en pie. Su hermano Osvaldo, hoy entrenador del Gimnasio Firpo, su hijo Luis (Lucho) y su nieto Facundo, lo recuerdan. Hoy retomó la actividad.

Osvaldo Corro, hermano
"Me integré al boxeo por él. Cuando era chico andaba todo el tiempo atrás de él. Cuando se consagró campeón mundial fue algo extraordinario. Yo tenía 13 años. Imaginate: yo andaba en los gimnasios desde los 7 u 8 años y hacía exhibiciones. A él le encantaba".

“No tuve la suerte de estudiar y me dediqué al boxeo y gracias a Dios hice una carrera, llegué a ser campeón argentino y sudamericano, pero fue Hugo quien marcó, a mí y a muchos boxeadores”.

“Era mi espejo desde muy chico. Siempre traté de hacer lo mismo que él. Siempre me mostró mucho respeto. Todos fuimos boxeadores porque marcó a toda la familia. Carlos, Jorge y yo, fuimos boxeadores. Después por sus hijos y ahora su nieto Facundo”.

“Lo fui a ver al Luna Park cuando peleó con Rodrigo Valdez. Después siguió mi carrera y llegó a estar en el rincón cuando peleé por el título argentino en la cancha de Independiente. Eso fue increíble para mí”.

“Era jodido, un escorpiano complicado, no era de mucho hablar. Hablaba muy poco … no sé como decírtelo, por ahí le sacabas algunas palabras”.

“Lo de Hugo fue extraordinario. Empezó a los 17 y a los 23 ya era campeón del mundo. Lo vi pelear muchas veces en Tunuyán donde se hizo ídolo. Él fue un muchacho que siempre se cuidó y se entrenaba mucho. Llegó a ser campeón del mundo, que es lo máximo que le puede pasar a un boxeador. Siempre lo pongo de ejemplo, porque le gustaba el gimnasio. El marcó a toda la familia con el boxeo. Fue un estilista del ring, de esos que ya no se ven”.

Lucho Corro, su hijo
"Era uno de los mejores en el mundo en esa época. Pienso que tenía mucho más para dar pero no sé qué le pasó, si se cansó o no sé qué. Tenía velocidad, gran trabajo de piernas, retrocedía pegando, contragolpeaba. Le gustaba mucho el gimnasio".

“Era mi ídolo. Recién me vine a dar cuenta de la magnitud de lo que era mi papá cuando falleció... Habrá sido porque lo tenía todos los días tan cerca. Él me decía: “Hijo yo le gané a éste, a ése y aquel otro”. Cuando falleció me di cuenta hasta dónde había llegado mi papá, en una época en la que eran todos buenos. Hoy en día no es así”.

“Se vino desde Tunuyán con un bolsito y cuando llegó al Firpo (lo había recomendado el técnico que él tenía allá con Don Diego Corrientes) llegó y escondió el bolso detrás de la puerta, porque me dijo que le daba mucha vergüenza”.

“Don Diego se dio cuenta de las cualidades y terminó siendo un padre para mi papá. Le pagó la pensión y le dio de comer. Después empezó a laburar en una panadería. Se levantaba a las 5 de la mañana y salía a las 5 de la tarde y pasaba derecho para el gimnasio. Era un excelente deportista y también padre”.

“Era muy callado. A nosotros nunca nos faltó nada. Nos dio educación y estudio. Lo que somos se lo debemos al apellido Corro. Él armó esta dinastía de boxeadores que hemos sido y somos”.

“No era una persona que demostraba su cariño. Eso le tocaba a mi mamá. Sufrió mucho la muerte de mi hermano (Adolfo) y no se repuso más. Era un buen tipo y se extraña”.

“No era bueno para enseñar. Era bueno para el mate y las anécdotas, por eso se levantaba a las10 de la mañana. El Firpo era todo para él”

Facundo Corro, nieto
"Fueron tres o cuatro años que compartí el mismo techo con él; hasta dormía con él. ¡Cómo no me voy acordar de mi abuelo!" "No me comparo con él.  Para mí fue un grande con todas las letras. Veo videos y veo lo bueno que era. Además me cuentan mis tíos cómo era él. Yo quiero seguir los pasos de mi abuelo. Dejé un tiempo de boxear porque quería trabajar, pero ahora retomé".

“Los últimos tiempos compartimos mucho. Era yo el que lo acompañaba a todos lados. Me llamaba “cumpita”, nos íbamos al gimnasio en el micro, me invitaba a comer. A todos lados me llevaba. Por eso me dolió mucho cuando se fue”.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA