Fue sólo una cuestión de actitud. Gimnasia, de mitad hacia adelante, siguió padeciendo del mal de la inefectividad pero de mitad de cancha hacia atrás fue un equipo totalmente distinto. Mucho tuvo que ver el cambio en el compromiso de la marca de volantes y hasta delanteros.
Fue un equipo rápido y ordenado en los retrocesos, se ocuparon los espacios y se realizó un trabajo de enorme desgaste a la hora de ensuciar la jugada para así simplificar el trabajo a los defensores, que habían sido muy maltratados por la crítica (no es lo mismo para un defensor controlar a un delantero de espaldas al arco, que tener que enfrentarlo de frente).
Tan fina estuvo la labor defensiva que Alasia fue un espectador más, el arquero le entregó intachable la pilcha al utilero, quien no la mandará al lavadero. Gimnasia le hacía pito catalán a este Patronato, que llegaba a nuestra provincia siendo el equipo más goleador de la B Nacional. El Lobo volvía a mostrar credenciales, le gritaba al mundo que está a la altura y espantaba los fantasmas.
Los catorce futbolistas que entraron ayer al campo de juego fueron fieras que echaron por tierra todos y cada uno de los cuestionamientos al entrenador. Patronato llegó a Mendoza para disputar la fecha 9; Gimnasia, en cambio, lo jugó como una final. Fue notable la diferencia de concentración y entrega de un equipo y otro. No hay mayor respaldo a un entrenador que éste; fue conmovedor.
En Floresta, ahora, tendrá que ratificar lo hecho de mitad hacia atrás y rectificar lo llevado a cabo en ofensiva. Si bien tiene la pelota, la traslada con criterio, no es proporcional la tenencia del balón a la generación de riesgo. Para colmo, despilfarra demasiado. Ayer, al menos, le alcanzó para ganar y para pasar las Pascuas en paz.