Huentota: al este de Luján y al lado del acceso Sur

El barrio es el primero que se encuentra al salir de la autopista hacia el centro de la ciudad. Tiene 170 casas. El sismo de 1985 dinamizó su construcción y un año después se hicieron las primeras entregas.

Huentota: al este de Luján y al lado del acceso Sur
Huentota: al este de Luján y al lado del acceso Sur

Cuando el viajero ingresa por el este a la ciudad de Luján de Cuyo, observa una concurrida estación de servicios, y enfrente, el barrio Valle de Huentota, que aportará su historia y devenir a nuestra sección.

Es la carta de presentación de la ciudad, justo en el empalme del acceso Sur y la calle Azcuénaga.

El barrio está precedido de un bosquecillo de Vialidad Nacional, donde se ubica -sobre la rama de vinculación con Azcuénaga- uno de los símbolos del departamento: una escultórica hoja de malbec. Y ya sobre la arteria de ingreso, hay otro espacio público con banderas y un canal de riego, en clara referencia al nombre del conglomerado, Huentota, que nos remite a cuando Mendoza estaba ocupada por la tribu de los huarpes, hábiles en la disposición del sistema de canalización del agua.

Los vecinos, en su ajetreado ir y venir cotidiano, cuentan implícitamente con toda esa verde escenografía, y la consideran uno de los aspectos positivos de la zona.

Conocer la realidad del Huentota no resultó difícil porque hay muchas personas que la tienen presente, ya que es un hábitat con alrededor de 27 años de existencia.

El barrio lo hizo una cooperativa que fundaron, entre otros, Francisco Corvalán, Eduardo Brown, Hugo Savina, Carlos Miranda y Roberto Guastalli. Transcurrían los primeros años de la década del '80.

En la actualidad son aproximadamente 170 viviendas. Corvalán, que también estuvo vinculado a la construcción del Primer Barrio 13 de Diciembre, recordó que primero se hicieron varias unidades habitacionales por administración, pero, posteriormente, y a partir del destructor sismo del 26 de enero de 1985, se avanzó en la construcción de hogares a través del plan Sismo del Instituto de la Vivienda, en tiempos de la gobernación de Santiago Felipe Llaver. Después también participó en la construcción la empresa Nora.

La parte realizada por administración es la que está cerca de Azcuénaga. "Fue un barrio bien hecho -refiere Corvalán- porque tuvo cloacas y gas desde el comienzo, y luego vino el pavimento".

Los esposos Silvano Darío Pastén (50) y Norma Ghilardi (49), son de la primera época. La ama de casa no se olvida de cuando llegaron, porque el arribo está estrechamente ligado al nacimiento del primero de sus 5 vástagos.

"El 19 de setiembre de 1986 se hizo el sorteo de adjudicación, y al día siguiente nació mi primer hijo, Darío Javier, que hoy tiene 26 años. Alguien nos explicó que Darío significaba protector y el segundo nombre, Javier, casa nueva. Nada más apropiado a la circunstancia que vivíamos con mi marido en ese momento".

Como en otros conglomerados del Gran Mendoza, tras el terremoto, se priorizó a los socios de la mutual que habían sido afectados por el movimiento telúrico. Corvalán tuvo más de un dolor de cabeza por las adjudicaciones y hasta discutió con el entonces intendente radical, Osvaldo Ortiz, porque señalaba la urgencia que tenían algunos adjudicatarios, derivada de la secuela del fenómeno natural. La barriada está consolidada desde hace años, pero como cualquier otro lugar, necesita afirmar sus condiciones y mejorar aspectos urbanísticos.

Juan Antonio Contreras (63),  presidente de la unión vecinal, comenta que son varias las instancias que podrían vigorizar un mejor estado general del lugar.

Una de ellas sería, siempre que no fuera traumático, recuperar la casa que cedida a la Cruz Roja Argentina, que ahora está cerrada y sin uso. "Ese inmueble -dice el vecinalista- podría ser la sede de la vecinal o ser usado para actividades culturales o de servicio para la gente". Al lado de esta casa hay otra, que según Contreras, está usurpada. Si pudiera ser recobrada se podría habilitar un destacamento policial, que hace mucha falta, en atención a que la seguridad general es un bien ausente. Ese podría ser un destino, pero su utilización debería surgir de un consenso general. En el mismo predio está la gran plaza, bautizada con el nombre de un antiguo comerciante de Luján, Felipe Vitale, que cuenta con juegos infantiles que al caer el sol son la delicia de los muchos chicos de la vecindad.

No se puede hablar del Huentota sin hacer referencia a Antonio Savina (85). Este hombre, de buen humor y predispuesto, fue el antiguo contratista de la finca Panella, de 17 hectáreas, que era lo que había antes de que se levantaran las casas. En realidad, el titular del contrato fue su padre, Gerardo, y él y dos hermanos le sucedieron en las labores. Una de las dos viviendas del triángulo de la plaza fue el hogar de los Savina, cuando el escenario eran viñas de Malbec y Barbera.  

Las casas se alinean desde la calle Azcuénaga hasta el barrio Alto Luján por el norte. Una de las preocupaciones barriales es la extensa franja de descampado que existe al oeste del barrio, y que impide la comunicación con la calle Bufano, del barrio Villa Sara. El ingeniero agrónomo y apicultor Marcos Juricich sostiene que ésa -la unión de los dos barrios- es la gran cruzada para darle mejor circulación vial a los vecinos. Este profesional, que fue uno de los primeros en radicarse en los '80, sostiene que otro de los grandes inconvenientes del Huentota es la entrada por la calle Azcuénaga.

"Si uno viene de oeste a este y quiere doblar a la izquierda por América, se encuentra con el tráfico que circula en la dirección contraria. En horas pico de tránsito hay que esperar mucho para acceder al barrio", afirma el profesional, casado con Juanita Zamora. Una solución posible sería reasfaltar enteramente la lateral oeste del Acceso Sur para llegar a Anchorena (la del cementerio) y luego acceder a la autopista a través de un empalme. Pero esta obra no está en los planes actuales municipales.

Una vecina conocida en este conjunto habitacional es María Prospitti. Esta mujer, italiana de origen, sostiene que acerca a la gente a Dios a través de la Virgen Rosa Mística, cuya imagen ayudó a entronizar al comienzo del barrio. A ella, junto a otros vecinos, se debe la entronización de una imagen de María Rosa Mística en la entrada del conjunto habitacional. El desaparecido monseñor Paulino Reale estuvo presente en la bendición de ese espacio religioso.

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