Pitazo inicial; balón en profundidad para Lucero que gana en velocidad y ante el remate sobre la salida de Pelayes apareció Andrada para despejar al córner. Así arrancó el partido con un Argentino a pleno vértigo ofensivo donde su equilibrio sobrepasó los niveles y nunca lo bajó.
Ese estado emocional lo terminó perjudicando ya que nunca hizo la pausa para pensar y encontrar los espacios por abajo. Pelotazos, presión sobre la línea de volantes y poco fútbol. Esto fue facilitando el orden táctico defensivo de Pacífico que bien parado hasta mitad de cancha esperó y defendió con los dientes apretados.
Jairo Pérez, Torres, Parra confundieron fricción con fútbol y ahí estuvo la fisura de una “Academia” que apostaba al pelotazo y por arriba el “Lobo” era impenetrable. Aunque fue Emanuel Lucero estuvo incontrolable al igual que algunas pinceladas de Dihué Campos. Pero no bastaba.
Para el segundo tiempo Argentino se rearmó con un poco más de inteligencia. Abrió el juego y apareció Carlos Alaniz por derecha, algo de Parra y Pérez local se animaba con más potencia ofensiva. Sí, el cambio de Claudio Ojeda quien ingresó por Anzorena le dio equilibrio al sector derecho de Pacífico que le apuntó al veloz Pinea para desequilibrar, pero a los minutos, la salida de Arco en la mitad de cancha nuevamente dejó una fisura en la estructura que Buxó había armado.
Lucero estaba imparable y ya era una cuestión “personal” con el arquero Pelayes quien en dos oportunidades fue partícipe de dos atajadas fenomenales para dejar su arco en cero. Ante esto, Pacífico reaccionó e hizo un paso hacia adelante para achicar espacios sobre la mitad de cancha sector donde generaba Argentino.
Fue controlando a un local que se ahogaba en su propio vértigo y sobre el final Pinea lo tuvo: 45’ centro de Ojeda, Pinea dio mediavuelta, remató y el balón besó el palo izquierdo. Final, puntos repartidos y la felicidad quedó mirando hacia el Sur.