La noche del 8 de mayo de 2008 en el Monumental tuvo más condimentos que las recetas de comidas árabes. Quedó grabado en las memorias de los hinchas por lo bueno y por lo malo también. Fue un partido con dos caras bien diferenciadas. La felicidad fue de un San Lorenzo que tenía dos referentes riverplatenses: Ramón Díaz era el técnico y Andrés D'Alessandro, el número 10 del equipo. Y la tristeza mezclada con bronca, furia y desilusión quedó en Núñez por la eliminación de la Copa Libertadores y el quiebre que se produjo entre los hinchas y los jugadores.
Una semana antes, en el Nuevo Gasómetro había ganado el equipo del riojano el partido de ida por los octavos de final. Fue 2-1. En el Monumental, River -dirigido por Diego Simeone en ese momento- se puso rápido en ventaja en el primer tiempo y sobre el final de esa etapa fue expulsado Diego Rivero. A los 14 minutos del segundo tiempo, San Lorenzo se quedó con nueve por la roja a Jonathan Bottinelli (codazo a Falcao adentro del área) y el clásico se puso 2-0 gracias al gol de penal de Sebastián Abreu. Parecía todo sentenciado: con dos hombres más en la cancha y media hora por disputarse, el local tenía todo para terminar de asegurar la clasificación.
Sin embargo, los de Simeone se replegaron en vez de ir a estirar la diferencia y en cuatro minutos la historia cambió por completo. Dos goles de Gonzalo Bergessio, a los 24 y 28 del segundo tiempo, fueron golpes de nocaut para River y de gloria para San Lorenzo, que resistió hasta el final y festejó la clasificación. Heroica, épica, emocionante, histórica. Por eso, a 12 años de ese empate todavía se lo sigue recordando. En la siguiente fase, el Ciclón se cruzó con la Liga de Quito, empató los dos partidos por 1-1 y cayó en la definición por penales.
Uno de los personajes de esa noche, muy caliente en el campo de juego, fue D'Alessandro, quien tuvo que bancarse insultos y silbidos cada vez que tocó la pelota. Sin embargo, después del 2-2, el Cabezón no le apuntó al público sino a los dirigentes de River que no le habían abierto las puertas cuando quiso volver al país. "Entiendo la reacción de la gente. Siento amor por el hincha. Son 15 años en el club, mi corazón es de River, pero mi presente es de San Lorenzo. Tiene un sabor especial por los que manejan a River, los que están arriba. Se equivocaron, un saludo para ellos", fue el dardo que lanzó el 10 apenas terminó el partido.
Y no fue el único repudio que recibió esa noche la CD que encabezaba José María Aguilar. Porque los hinchas millonarios, después de despedir con muchos insultos a sus propios futbolistas, se convocaron en el hall del Monumental para cantar contra la comisión y pedir el clásico "que se vayan todos". Los días después fueron movidos en Núñez: del "silencio atroz" que manifestó Oscar Ahumada al maíz y los pañales que les tiraron desde la platea a los jugadores en el siguiente partido. A pesar de todo eso, un mes más tarde el equipo de Simeone fue campeón del Clausura 2008 y dio la vuelta olímpica en el Monumental.