Luciana Aymar, la capitana del seleccionado argentino femenino de hockey sobre césped, reconoció que disfruta “hoy más que nunca” de ser parte de Las Leonas, tras haber ganado su cuarta Copa Panamericana al vencer en la final a Estados Unidos por 1 a 0, en Mendoza.
“Estoy feliz por haber ganado este nuevo título y con el plus de haberlo hecho en mi país y con el cariño de la gente, que es increíble. Hoy disfruto más que nunca de ser parte de Las Leonas”, confesó Aymar, de 36 años.
“Fue un gran triunfo, un partido difícil, el más complicado del torneo, y ante un rival durísimo que propone un juego físico, que juega poco, pero que da mucha pelea”, agregó Lucha, quien fue elegida como la mejor jugadora del certamen.
Aymar, que días atrás reveló que abandonará el seleccionado una vez que finalice el Mundial de La Haya, que se jugará del 2 al 15 de junio de 2014, vivió esta final de una manera muy especial.
“Es raro, pero este encuentro lo viví de una manera diferente. Es que será uno de los últimos torneos que juegue en Argentina. Por eso estoy muy emocionada y contenta. Jugamos bien, controlamos la bocha, y podríamos haber logrado un triunfo más holgado. Pero se ganó, que es lo más valioso”, analizó la mejor jugadora del mundo en 2001, 2004, 2005, 2007, 2008, 2009 y 2010.
“Creo que nuestra mayor virtud fue la actitud que mantuvimos durante todo el torneo. Jugamos todos los partidos con seriedad. Por más que sabíamos que éramos superiores, nunca nos relajamos y marcamos la diferencia. Y el sábado, el equipo tuvo más actitud que nunca”, puntualizó la rosarina, autora de 9 tantos en la Copa Panamericana, uno menos que Carla Rebecchi, la goleadora del certamen.
Aymar, muy lejos de dormirse en las mieles del éxito, volvió a hablar de Estados Unidos y de lo que le queda por delante en su carrera.
“Estados Unidos propone un juego muy físico. Ellas cortan sistemáticamente el juego con faltas y a nosotras eso mucho no nos gusta. Pero fuimos inteligentes, movimos la pelota y no buscamos desnivelar con una jugada individual. Lo hicimos jugando en equipo y creo que merecimos ganar por más goles”, repitió.
“Estoy acostumbrada a la marca personal, no me enoja, ni incomoda. Sólo me molesta, como a cualquiera, la mala intención. Por eso jugué más de pasadora que otras veces”, continuó la jugadora que pasó por Quilmes Atlético Club y Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), en Argentina; Rot Weiss Köln, de Alemania, y Real Club de Polo de Barcelona, de España.
“La verdad es que las chicas, desde las más experimentadas hasta las más chiquitas, jugaron un torneo bárbaro. Ahora me queda la gira por Australia, la fase final la Liga Mundial 2013 y la Copa del Mundo. Después de eso, me retiro”, sentenció antes de estrecharse en un abrazo con su mamá y sacarse mil fotos con sus compañeras.
Aymar se despedirá del seleccionado en el mismo país en que debutó con la celeste y blanca. Ese Mundial de Utrecht, Holanda, en 1998, hoy queda lejos. “Son muchos años”, enfatizó.
Es que le siguieron el de Perth, Australia, 2002; Madrid, España, 2006; y Rosario, Argentina, 2010. Justamente en el primero y tercero se colgó la medalla de Oro y en el segundo la de Bronce. Además de la de Plata en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y Londres 2012 y otras dos de Bronce, pero en Atenas 2004 y Pekín 2008.
La rosarina también fue grande en el continente que la vio nacer al ganar cuatro medallas en los Juegos Panamericanos: Oro en Winnipeg 1999, Santo Domingo 2003 y Río de Janeiro 2007 y Plata en Guadalajara 2011.
Más otras nueve en el Trofeo de Campeones (cinco de Oro: Amstelveen 2001, Mönchengladbach 2008, Sydney 2009, Nottingham 2010 y Rosario 2012; tres de Plata: Macao 2002, Quilmes 2007 y Amsterdam 2011; y una de Bronce: Rosario 2004), el tercer torneo en importancia a nivel mundial.
Aymar, por último, volvió a agradecerle a los argentinos que acompañaron al equipo en Mendoza. “Siempre es un placer jugar ante nuestra gente. Les agradecemos de corazón a todos los que soportaron el frío de Mendoza”, finalizó la mejor jugadora argentina de todos los tiempos, entre risas y lágrimas, producto de la emoción, con la grandeza de una Leona.