Recientemente se informó que el muy anunciado y promocionado hospital de Luján de Cuyo, ubicado al sur de la calle Quintana (lateral del Acceso Sur y callejón Maldonado, distrito de Perdriel), tendría otro retraso en su ejecución.
Es lamentable que esto ocurra porque se trata de un servicio de salud muy esperado por diversos núcleos de habitantes del Gran Mendoza, especialmente de la zona sur de Luján de Cuyo y también de Maipú.
Cuando las familias que viven en los distritos de Perdriel, Agrelo, Ugarteche y El Carrizal tienen requerimientos médicos importantes deben recurrir a los centros sanitarios de sus lugares de referencia, o bien trasladarse hasta los grandes hospitales del centro de la ciudad de Mendoza o al muy importante complejo pediátrico Humberto J. Notti.
De contarse con el establecimiento del Acceso Sur, casi pegado al predio de Feriagro Luján y el río Mendoza, muy distinta sería la situación de muchos pobladores, que ahora deberán esperar más tiempo para mejor cubrir sus expectativas en materia de sanidad.
Lo mismo puede señalarse en lo que concierne a eventuales víctimas de incidentes viales sobre las rutas nacionales 40 y 7. De contarse con este efector en servicio, la suerte de muchas víctimas de siniestros de tránsito tendría otra cobertura y respuesta ante la emergencia, aliviando por otra parte la presión de atención que soportan otras grandes unidades, como por ejemplo el Hospital Central.
Si se hubieran hecho bien las cosas -y encontramos mayor responsabilidad en la administración provincial anterior, aunque también algo aporta la actual- este nosocomio ya tendría que estar ofreciendo sus prestaciones a un núcleo de usuarios que las necesitan mucho.
La obra, que arrancó en abril de 2015, debía terminarse en 365 días, pero la realidad es que está realizada solo en una cuarta parte. Y lo que es peor: al contratista que estaba haciendo la primera etapa del nosocomio se le rescindió el contrato por distintos incumplimientos y ahora el Gobierno actual debe readjudicarla a una nueva firma.
Quedó atrás el 24 de octubre, la fecha que se había fijado para el corte de cintas.
Y como derivación de esta nueva realidad, el hospital será más chico y con menos servicios.
Hasta el momento se han pagado cerca de 15 millones de pesos por una obra que iba a costar alrededor de 47 millones. Ahora el Gobierno prevé que gastará otros 57 millones para terminarla (diez millones más que el monto inicial), y no completa: el establecimiento se quedará sin los laboratorios y otras dependencias menores. La prioridad de la administración Cornejo es terminar los consultorios externos y la guardia de urgencias y abrir las puertas de una vez por todas.
De todos modos es de esperar que pueda atender los casos ambulatorios y disponer de consultorios con algunas especialidades y la guardia médica.
El resto del hospital, previsto en la etapa 2, queda sujeto a una reevaluación del Ministerio de Salud local y a una negociación con el Gobierno nacional para que continúe aportando como socio en el proyecto, ya que la construcción fue parte del plan
Más Cerca, por el que el Estado federal financia el 55% y la Provincia el 45%.
Un detalle a tener en cuenta es si la empresa que será convocada para continuar con la construcción querrá hacerse cargo de terminar un emprendimiento que fue iniciado por otra compañía.
Hay antecedentes al respecto y ocurrió recientemente con la continuación de la cárcel federal de Cacheuta, que fue iniciada por la española Isolux (involucrada en la causa de los cuadernos K) y el año pasado, cuando se buscaba quien la continuara, hubo tres llamados porque faltaban ofertantes.
Habrá que estar atentos a cómo prosigue todo este proceso que se inscribe en las recurrentes demoras que soportan muchas obras públicas en la provincia, y que son muy esperadas por la comunidad.
Pensamos que no puede haber más retraso, más dilaciones y por fin el demorado hospital tendría que estar recibiendo los primeros pacientes antes que termine el año próximo.
