En Mendoza, los productores de zapallo y zanahoria están experimentando una realidad comercial difícil: su producción casi no tiene valor en el mercado. Todo el esfuerzo de meses que trajo aparejado una sobreabundancia productiva choca de frente a la demanda en agonía.
¿El resultado? Franjas productivas abandonadas a su suerte y a los embates climáticos. Luego vendrá la etapa de ararlos y volver a enterrarlos en la tierra que los vio crecer y desarrollarse.
Omar Carrasco, presidente de la Unión Frutihortícola Argentina (UFHA) afirmó que la crisis del zapallo es intensa y es transversal; atraviesa al productor mediano y al más pequeño.
“No hay efectivo. La gente no está consumiendo. La fruta y verdura tiene precios muy bajos y lo de producción local la gente no consume. No sabemos qué están comiendo las personas; desconocemos qué productos están incorporando a su dieta diaria”, expresó Carrasco.
El directivo afirmó que en el mercado la zanahoria la están pagando a $ 35 la bolsa de 10 kilos. En tanto la bolsa de 16 kilos de zapallo lo pagan desde $ 30 hasta los $ 50.
Una ecuación muy funesta para los productores porque para producir un kilo de zanahoria el productor debe invertir $ 2,70, en tanto, su precio de venta en los mercados es de $ 3,50.
Tranqueras adentro, desde las tierras de Ugarteche, el productor de zapallo Gabriel Blanco analiza que su sueño de exportar a Canadá se vio quebrado. No pudo hacerlo por una falla externa del cultivo. Cuando quiso comercializar la variedad no encontró cliente para comprarlo.
"Me preparé mucho. Hice una hectárea de zapallo de la variedad Kurijiman, que es consumida por la comunidad asiática en Canadá. Un ingeniero agrónomo canadiense que comercializaba la clase de zapallo que planté fue el que me guió", detalló el productor.
Si bien la producción de 15 mil kilos logró finalizarla, las lluvias produjeron pintitas en el tronco de los zapallos, lo cual se vio afectado y ahí el productor cayó en la cuenta que en esas condiciones iban a rechazar su producción.
A partir de ese momento, comenzó a experimentar el derrotero de encontrarse que su producción exótica de zapallo no tenía cabida comercial en el mercado interno.
“Es imposible venderlo por ser una variedad que no se conoce en Mendoza, tampoco en Buenos Aires. Estoy tirando el zapallo y lo dejaré para abono de tierra”.
Atrás para el productor quedó el precio de exportación de 1,50 dólar el kilo pagado en el puerto de Canadá. Al chocarse a la realidad se encontró que el zapallo, común calabaza, no su variedad, como mucho, lograba de 80 centavos a $ 1 el kilo en pie de surco en la finca.
El lamento para Blanco es intenso, por el costo que sólo demandó la semilla. “En total sólo en semilla gasté $ 15 mil. Si le sumo el trabajo de la gente, el agua, el abono, la cuenta es muy alta. No hago cuentas porque me amargo mucho” explicó Blanco.
No ayudó ni siquiera el modelo de negocios productivos que mantiene no sólo con el zapallo sino también con otros cultivos. “Tengo productores que viven en una propiedad que poseo. Les doy semilla a la gente, tractor, y otros insumos para sembrar. Al chacarero le queda de la producción que se saque el 30% pero este año ha estado complicado”, señaló Blanco.
Sobre las tierras del Este, el productor de zapallo Daniel Mengual, mantiene el zapallo -que cosechó en abril- guardado, a la espera de buenos precios; de la contraestación, pero sabe que su espera es en vano. Los valores comerciales del zapallo siguen bajos y no se recuperan.
“No es mi caso pero conozco productores que han tenido que vender su producción, pero las ventas están muy mal por lo que deciden enterrarla en tierra. En nuestro caso está guardado. El problema de la venta es que hay mucha producción y la caída de precios tiene que ver con una baja del poder adquisitivo y eso los productores no lo podemos revertir”, reflexionó Mengual.
En cuanto a la zanahoria el hombre de campo del Este subrayó que atraviesa un presente productivo similar al zapallo.
“Pasa lo mismo: se compró semillas y habrá una gran oferta y poca demanda por lo tanto los precios se vienen a pique”, apuntó el productor del Este.
En tanto en Maipú, Néstor Estrella posee, junto a sus hermanos y su padre Vicente, dos fincas, de 10 hectáreas de zanahorias y 20 hectáreas de zapallo.
Sabe que su producción se resume en una frase: “no tenemos mercado” desliza resignado. Por el momento el zapallo lo mantienen también guardado más allá de que ya disponían desde abril. Hoy como otros productores, está desalentado por el precio bajísimo. “Nosotros vendíamos el zapallo hace 6 años a $ 1 el kilo y resulta que es el mismo precio que tenemos este año. No sé qué pasa que no hay consumo. En la Feria de Guaymallén que es donde vendemos tenés lugar de sobra para estacionar, lo que habla de que la actividad comercial está cayendo tanto en verduras y frutas”, apuntó el productor.
Si los hombres de campo la están pasando mal, en el comercial, otro tanto ocurre con los galpones de la provincia. Al no haber consumo y con una mercadería que posee precios tan bajos, los costos fijos y su curva ascendente son aún más amenazantes.
“A los galpones acopiadores no les dan los costos porque tienen mano de obra, la suba de la luz, el combustible, es una ecuación que no cierra”, apuntó Estrella.
En el caso de sus paños de tierra, y si bien plantó con su familia el zapallo coreano, una variedad más común, los costos de producción fueron evidentes.
Frente a un consumo que sigue en caída, los productores están enterrando lo producido porque el precio que reciben por kilo de entre $ 0,80 a $ 1 no alcanza a cubrir los costos de producción.
“El precio de sólo la semilla es de $ 10 mil la hectárea, hoy con mano de obra y fertilizantes. Sin tener contingencias climáticas los costos de la producción son de hasta $ 40 mil por hectárea. Nos dio un rinde de 40 mil kilos”. El productor también se nutre de otras historias productivas. “Tengo un vecino en Maipú que de sus 5 hectáreas ha sacado 30 mil kilos y ya perdió su cosecha por lo que ese zapallo se entierra y se tapa con la tierra y debería perdurar. Este año todavía no hemos pasado por ese proceso porque en nuestro caso lo tenemos guardado”, detalló Estrella.
En cuanto a sus zanahorias, el apogeo productivo será desde la segunda quincena de octubre. “Tenemos una ventana de tiempo para cosechar la zanahoria, desde noviembre con más fuerza hasta enero, luego lentamente baja. Ése es el calendario para nuestra zona. En el caso del sur provincial es de fines de diciembre, enero y febrero.
Luego viene otra cosecha de otro tipo de variedad que se realiza en marzo pero, según el productor maipucino, "es más difícil realizarla y es de menor calidad".
En cuanto a lo que puede deparar la temporada para la zanahoria en materia de precios, el productor es prudente.
“Venimos de dos años malos en lo comercial. Se cree que los precios puede ser buenos porque se habría plantado menos en Mendoza y Santa Fe. Pero hoy el precio es bajo para la zanahoria”, explicó el productor.
Como el zapallo, la zanahoria también tiene sus propios costos para el hombre de campo.
"En el caso del productor tupungatino de zanahoria Alfredo Renzi, de 7 hectáreas del cultivo , unas 3 las ha dejado en el campo.
Como otros, apuntó que el precio pagado es bajo, y comprende desde las variedades híbridas a $ 1,50 hasta las comunes por sólo $ 0,50 el kilo pagado al productor. Como tantos, al ser el precio tan bajo, el ritmo de cosecha hace que se pierda lo producido.
En cuanto a los costos los números finales no posee total certeza. “Si me entero, no me dan ganas de seguir plantando”.
Por las tierras de Fray Luis Beltrán el productor Mili Morales también es golpeado comercialmente ya que apostó por ambos cultivos, esto es el zapallo y la zanahoria. Y no es un detalle menor, en su caso el zapallo ocupa 120 hectáreas de las cuales hasta el 40% está en el campo como tantos otros casos por no tener mercado para ser vendido. "Tenemos diferentes tipos de zapallo, pero la variedad que cosechamos en abril lo guardamos y lo vamos sacando este mes a la venta", explicó el productor. Pero el precio como otros casos es desalentador: 90 centavos por el kilo de zapallo. "Estamos muy por debajo del costo en algunas variedades. Hace 6 meses que hemos cosechado y estamos dejando parte en el campo", detalló.
En cuanto a la zanahoria está esparcida en 40 hectáreas las que todavía no han vendido.
¿Posibles soluciones?
El problema endémico de la demanda en retirada para las hortalizas, se revertiría apostando por un plan educativo bajado desde el gobierno provincia, ejecutado desde los colegios.
En tanto desde la visión de Santiago Salazza, de la Cámara de Empacadores de Zanahoria, el mejor posicionamiento comercial para todo el universo productivo se lograría con una replanteamiento impositivo. En otras palabras un alivio administrativo y fiscal para los hombres de campo.
Con respecto a la zanahoria el directivo afirmó que en Mendoza no hay producción de zanahoria. “Todavía no está para arrancarla porque su cosecha recién empieza en la segunda quincena de octubre, por lo tanto no está abandonada como el zapallo”, remarcó el directivo. En cuanto a la zanahoria que hoy se comercializa es la procedente de Santa Fe y Santiago del Estero. “Los empacadores de Mendoza están trayendo mercadería de esas provincias para abastecer el mercado interno”, señaló el dirigente.
Como otros hombres del sector aclaró que el precio que paga el mercado es muy bajo. “Hoy a un productor de Santiago del Estero se paga a $ 0, 50 la cosecha, es ínfimo. En el mercado, los 10 kilos pueden lograr $30 y las variedades híbridas $ 60 la bolsa 10 kilos” detalló Salazza.
Los costos de este cultivo también fueron punteados por el dirigente: tanto el costo de siembra, semilla y regarla y cuidarla junto al personal, insumos de fertilizantes, ronda entre los $ 80 y $ 100 mil la hectárea, que puede producir unos 100 mil kilos lo que da un costo de $ 1 por kilo
En cuanto a lo que depara el futuro inmediato cuando la zanahoria entre en acción productiva, Salazza dijo que de acuerdo a datos compartidos por las semilleras la compra ha sido este año un 30%. “Pero hay que ver las condiciones climáticas. No quiere decir que tendremos menos producción. Nosotros los empacadores no somos formadores de precio, ni el productor. Nos regimos por la oferta y la demanda”.