Aunque en un contexto de precios más o menos tonificados, hay incertidumbre sobre la superficie que finalmente será destinada, este año, al cultivo de papa para consumo en la provincia de Mendoza.
La cuestión está en saber si esa relativa firmeza en los valores alcanzará a compensar el aumento de los costos de producción para esta campaña, y a cicatrizar las heridas económicas que dejaron los bajos precios de los dos últimos años, como para que la expectativa termine ganándole al desaliento.
Es que, por ahora al menos, esa mejora en los precios parece darse más por una oferta acotada que por presión de la demanda. Claro que no se sabe en qué medida el consumo será capaz de traccionar en unos meses, cuando estas siembras estén en el mercado. Pero si se mantuviera planchado y no hubiera problemas de producción, el sector podría volver a caer en un pozo.
No hay plena coincidencia en la lectura de las primeras señales que llegan desde el sector primario. Esos primeros indicios hay que buscarlos en el Norte provincial, donde en estos días empiezan con la siembra -la primera del año, en Mendoza-.
Unos dicen que las decisiones han venido demoradas y otros aseguran que esa semilla ya está comprada y se está "enterrando". Claro que, mientras algunos semilleros dicen haber vendido un poco más en esa zona, hay quienes aseguran que otros años, para junio, las compras ya estaban hechas, y que en esta campaña las señales han sido muy débiles.
Queda por ver, claro está, qué decidirán los productores del Valle de Uco, donde se concentra la mayor superficie cultivada, aunque todavía queda mucho margen en esa zona. Eso sí, hay acuerdo en que, promediando las distintas áreas productoras de la provincia, es poco probable que varíe demasiado respecto de los años anteriores.
Eduardo Lucas, responsable del área comercial de Estancia El Chacay, establecimiento productor de papa semilla ubicado en Malargüe, estimó que en Mendoza "se siembran, cada año, entre 6.000 y 7.000 hectáreas, y difícilmente vaya a variar esa superficie en esta temporada".
Reveló que “nosotros ya hemos entregado la semilla para la siembra temprana, y los productores del Norte ya empiezan a sembrar”, y adelantó que “en esa zona vendimos alrededor de 15% más que el año pasado”, aunque no cree que sea porque se vaya a expandir el cultivo sino porque, quizás, han tomado parte del mercado de otros proveedores.
Reconoció, no obstante, que este año “las decisiones vienen demoradas porque no les ha ido bien en las dos campañas anteriores”. Recordó que “2016 fue muy mal año para los productores” de papa para consumo, “pero por los precios, no por rindes”.
Admitió que “eso desanima al productor, y cuando ve lo que cuesta iniciar una nueva campaña, se asusta”. Pero señaló que “de todas maneras, el que tiene su esquema productivo armado busca la forma de hacer frente al nuevo ciclo”.
Precisó que “nosotros tenemos entre el 60% y el 70% de la producción de semilla ya colocada”. Detalló que “ya entregamos en la zona temprana de Mendoza, después estuvimos en Santa Fe y Córdoba, y lo próximo que viene es el sudeste de la provincia de Buenos Aires y el Valle de Uco”. El año pasado, a esta altura, habían vendido un volumen similar.
Poco entusiasmo
Rolando Tumbarello, productor de papas para consumo y semilla en Zampalito y La Carrera (Tupungato), ve un panorama distinto. Dice que “en el Norte de Mendoza no se ven muchas ganas de sembrar, la semilla está muy cara y el precio de la papa, más o menos se ha mantenido entre 90 y 100 pesos la bolsa en el surco, no más que eso”. A comienzos de este año, el precio en chacra había bajado pero se recuperó a fines de enero.
“Ahí estuvimos arriba de los 100 pesos la bolsa”.
Tumbarello ve que “no hay mucho incentivo para sembrar, la gente está preocupada pero nunca se sabe bien cómo va a terminar decidiendo el productor”. Recordó que en su zona “se sembró mucha zanahoria el año pasado, para esta época”. Es que “muchos prefirieron no sembrar papa porque veníamos muy castigados con los precios”.
Ahora que los valores repuntaron, y el Valle de Uco alcanzó a aprovecharlos, en cierta medida, “tal vez los productores se entusiasmen un poco, pero ya no hay tanta demanda de semilla, la gente no está muy motivada, y creo que van a quedar los mismos del año pasado”.
En el Valle de Uco la zanahoria se siembra a fines de julio-principios de agosto, de manera que el productor (a menos que disponga de grandes extensiones) tiene que optar entre una especie o la otra. Por eso es que “a partir de ahora se va a saber cuánto se ha sembrado de zanahoria y cuántos son los que salen a pedir semilla de papa”. Pero “están todos muy calladitos, no veo el entusiasmo de hace dos o tres años, cuando en junio o julio la gente ya compraba semilla”, dice Tumbarello.
Están desfinanciados
Eduardo Lucas, de El Chacay, admitió que “lo que se nota en la provincia es un desfinanciamiento importante. Al productor no le quedó dinero del año pasado, y los costos son altos (los insumos, que están dolarizados, el combustible, las cargas laborales, el sistema impositivo)”.
Esto acentúa la tendencia de los productores a demorar las decisiones hasta último momento. En este sentido, Lucas explicó: “Cuando empiezan los primeros contactos para la venta de semillas, todo el mundo está cauteloso y casi nadie toma decisiones hasta cerca de la fecha de siembra. La gente saca el número para ver cuánto va a tener que invertir para hacer una hectárea de papa, y da muchas vueltas”.
Al momento de buscar razones a la indecisión de los productores, Rolando Tumbarello cree que “por un lado, se debe a que el mercado no responde; por otro, al aumento de costos de producción”.
La bolsa de 20 kilos ha oscilado entre $ 90 y $ 100 y eso no hace atractivo el desarrollo del cultivo.
Situación del mercado
Mientras tanto, “a nivel nacional se puede ver que los precios están sostenidos”, dice Lucas. Pero interpreta que “no es por presión de la demanda sino por una cuestión de oferta”, porque “el sudeste bonaerense ha sufrido problemas climáticos este año, lo que ha hecho que tenga mermas en los rendimientos”.
En el sector admiten, por otra parte, que el incremento en el costo de vida ha tenido su impacto también en el consumo de papa. Lucas reconoce que “uno va a los mercados -como el de Guaymallén, a Comerco, en San Rafael- y ve que las papas están ahí, que cuesta vender el producto”.
De manera que, si los mercados no están más saturados, y los precios mantienen cierta firmeza, es por esta disminución de la oferta. Advierte que “si el sudeste bonaerense, que hace 35.000 hectáreas todos los años, tuviera toda la producción, le puedo asegurar que los precios estarían mucho más bajos”.
Es que “el poder adquisitivo del consumidor está bastante vapuleado, porque le pegan los ajustes en las tarifas de servicios públicos, los impuestos, el alza en los precios de resto de los productos, entonces eso hace caer un poco el consumo”.
En igual sentido se pronunció Rolando Tumbarello. “La plaza más triste hoy es Mendoza, porque no supera los 130 pesos la bolsa de 23 kilos en los mercados de concentración. En Buenos Aires está un poco más arriba”, comentó.
Explicó que “Villa Dolores, que salió con papa nueva en la primera semana de julio, venía a Mendoza y le costaba vender porque se encontraba con precios muy bajos. Ellos estuvieron pagando a $ 110 ó $ 120 en el campo, y no podían vender a $ 125 ó $ 130 en la feria, porque tiene costos de acondicionamiento, flete”. Es que “el consumidor compra lo más barato; la caída del poder adquisitivo tiene importancia”.
El precio mata al consumo
Los valores se afianzaron un poco, de manera que a fines de la semana pasada, en Comerco (el mercado de San Rafael), se estaba pagando hasta $ 160 la bolsa de papas de Villa Dolores.
A comienzos de esta semana, en tanto, en el Mercado Cooperativo de Guaymallén la papa de Mendoza se estaba pagando 130 pesos la bolsa y $ 140 la de Villa Dolores, según comentaba Patricio Barbera, mayorista de hortalizas instalado en esa feria, que es el centro logístico de frutas y hortalizas frescas más importante de todo el Oeste argentino.
Está de acuerdo en que “si bien ahora las bolsas pesan menos que antes -pueden andar entre 22 y 23 kilos- la verdad es que el precio estaba bajo”. Por eso cuestiona severamente la amplia brecha que separa esos valores con los que debe pagar el consumidor, lo que -en su opinión- “está matando el consumo”.
“En Argentina las cosas están al revés”, dice Barbera. “Uno va a comer una porción de papas fritas y, dependiendo adonde vaya, le pueden llegar a cobrar poco menos que lo que vale una bolsa de papas en el mercado.
Una ensalada de rúcula con queso parmesano y aceite de oliva, a un restaurante puede costarle 10 pesos, pero al que se sienta a comer se la cobran no menos de 100 pesos. Hoy, cinco paquetes de rúcula cuestan 10 pesos. Con uno, hacen una ensalada. Le rayan 10 ó 20 gramos de parmesano y le echan unas gotas de aceite de oliva”.
Fuera del negocio gastronómico, Barbera apunta que “lo mismo pasa con el zapallo”, por poner cualquier ejemplo. “De acá sale una bolsa con 13 kilos de zapallo anquito, a 30 pesos, y en la verdulería lo venden de 10 a 12 pesos el kilo. La manzana, otro tanto, se puede conseguir a 1 ó 2 pesos en Río Negro y acá, en la góndola, está a 25. Al que va a comprar un kilo de manzana, un kilo de tomate, y un par de verduras más, cuando quiere acordar se le van 100 pesos, entonces prefiere llevarse un kilo de carne o un pollo. Por eso es que en el país no hay consumo. Hay un desfasaje entre lo que se paga en el campo, en el mercado de concentración y en los negocios que venden al público. Ni hablar de los restaurantes”.
El costo de producción es alto
Sobre la inversión que debe preverse para los cultivos de esta temporada, Eduardo Lucas, de El Chacay, reconoció que “los costos de hacer una hectárea de papa son importantes. Aclaró que varían según la zona y, fundamentalmente, las condiciones climáticas de la temporada. Explicó que “donde llueve mucho, como les ha ocurrido a los productores del sudeste de Buenos Aires, hay que incrementar las aplicaciones con fungicidas y los costos se disparan, pero todos estiman que producir una hectárea de papa este año va a costar más de 100.000 pesos, tal vez muy cerca de $ 120.000”.
Con respecto al precio de la semilla apuntó que “hay varias categorías, pero podríamos decir que está en el orden de los 9 ó 10 pesos el kilo”, por lo que “una bolsa de 50 kilos puede estar valiendo alrededor de 500 pesos”.
Aclaró que ese precio incluye IVA y el servicio de frío, a cargar en el campo (en nuestro caso, tenemos frigorífico)”.
Recordó que “en 2014 estábamos hablando de 350 pesos. Si tenemos en cuenta que han pasado dos campañas, vemos que el aumento no ha sido tan importante, pero si ponemos más alto el costo de la semilla, no podríamos vender”.
Rolando Tumbarello, de Tupungato, dice que “el kilo de semilla llegó a 8 ó 9 pesos a fines de julio, pero un mes antes estábamos todos en 10 pesos el kilo”. Ese precio es sobre camión, en Malargüe. Aclaró que “con frío y flete, puede estar un poco por encima de los 10 pesos”.